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Neves deja a Silva fuera de la contienda
Una campaña agresiva en contra de Marina Silva mermó su imagen y la hizo caer de la segunda posición; el 26 de octubre se realizara la siguiente ronda electoral.
San Paulo. La presidencia de Brasil se decidirá en una segunda ronda electoral entre la mandataria Dilma Rousseff y el popular ex gobernador Aécio Neves, en los comicios más impredecibles desde el regreso de la democracia al país en 1985.
Al cierre de la edición, con 99.76% por ciento de los votos contados, la presidenta Dilma Rousseff ganó con 41.57% de los votos frente a 33.58% de Neves y 21.31% de Marina Silva en la primera ronda electoral celebrada según los resultados del máximo tribunal electoral que supervisa la elección en el gigante sudamericano.
Rousseff, del Partido de los Trabajadores, no alcanzó 50% de los votos que necesitaba para obtener la presidencia sin tener que ir a una segunda ronda electoral y ahora deberá enfrentarse al ex gobernador del estado de Minas Gerais, el segundo más poblado del país, el próximo 26 de octubre.
Neves, de 54 años, superó de manera sorpresiva a la ex ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, que hace tan sólo cuatro semanas tenía una ventaja de dos dígitos sobre el ex gobernador y parecía que se podría alzar con la presidencia del país más grande de América Latina.
Descendiente de una tradicional familia de políticos, Neves es nieto del ex presidente electo Tancredo Neves, que fue el primer mandatario elegido democráticamente tras el régimen militar que terminó en 1985 y quien murió, sorpresivamente, un día antes de tomar juramento de su cargo.
Millones de brasileños acudieron a las urnas a votar en un escenario político que no estaba exento de sorpresas, como la que propinó el candidato de Partido de la Social Democracia Brasileña en una elección que los analistas han caracterizado como la más incierta desde que terminó la dictadura militar en 1985.
Una campaña agresiva de Rousseff, de 66 años, habría erosionado el apoyo popular con el que contaba Silva, que sólo entró en la contienda presidencial a mediados de agosto después de que un accidente aéreo acabó con la vida del candidato original del Partido Socialista, Eduardo Campos.
Se creía que Silva iba a aprovechar el generalizado desprecio que los brasileños sienten por la clase política, cuya ira provocó masivas protestas en todo el país en contra el gobierno el año pasado.
Las encuestas realizadas después de las manifestaciones, ocurridas hace más de un año, indicaban que Silva fue de las pocas figuras políticas que había salido ilesa, lo que habría permitido conservar su reputación de política honesta en medio de lo que los brasileños perciben como un mar de corrupción.
Pero Silva, de 56 años, no aguantó la andanada de ataques que la mostraron como una política sin convicciones firmes, indecisa y sin el temple necesario para dirigir la quinta economía del mundo; algo que remarcaron los comerciales de Rousseff.