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El dilema de hacerse británico
Miles de españoles ya han solicitado el estatus de asentado para trabajar en RU.
Londres. Luis Fernández, un directivo español que vive en Londres desde hace 15 años, jurará esta semana respeto a los derechos y leyes de Reino Unido cuando se convierta en ciudadano británico. Lo hará de forma solemne ante una imagen de la reina Isabel II, quien a partir de ahora será también su monarca. Sin embargo, este español acude a esta cita a regañadientes. “No quiero ni que me hagan foto oficial de recuerdo. Hago este trámite con respeto, pero sin ilusión”, dice con visible malestar.
Luis, quien utiliza un nombre ficticio, asegura que ha vivido en Reino Unido muy feliz durante muchos años, pero que en los últimos tiempos las cosas han cambiado. En su opinión, el Brexit ha enturbiado la convivencia y el clima social y político han hecho de Reino Unido un país diferente al que él conoció.
El paso para ser ciudadano británico lo hace por interés, para asegurarse el futuro y obligado por las circunstancias. “No me fío de que un día cambie la legislación y me sienta desprotegido después de haber pasado aquí buena parte de mi vida y de haber pagado un montón de impuestos”, explica. Si, por ejemplo, tuviera que salir del país y permanecer cinco años fuera (por motivos de trabajo o familiares), perdería sus derechos actuales como asentado y no quiere correr riesgos.
Al igual que le sucede a Luis, miles de españoles residentes en Reino Unido discuten estos días si deben hacerse o no ciudadanos británicos.
El trámite para obtener el estatus de asentado que permite trabajar en RU después del Brexit es gratuito y se puede hacer desde el teléfono móvil en apenas 10 minutos. Pero algunos, temiendo que esto no será suficiente en el futuro, han dado un paso más y han pedido el pasaporte. Basta con llevar cinco años residiendo en el país para poder solicitarlo.
En el 2018, 2,401 españoles recibieron la nacionalidad británica, frente a los 400 que lo hicieron en el 2015 (antes del Brexit).
¿Ciudadano del mundo?
Los mensajes del gobierno lanzados en los últimos años han hecho mella en los europeos. Muchos tienen clavado aquel mensaje de Theresa May diciendo que “si crees que eres ciudadano del mundo, es que no eres ciudadano de ninguna parte”. Y hace sólo unos días, Boris Johnson aseguró que era momento de poner fin a que los inmigrantes pensaran que “Reino Unido es su país”.
Tener el pasaporte británico no exige renunciar al español, ya que ambos son compatibles. Pero conseguirlo para muchos presenta un doble problema.
Por un lado, el precio. Comprar la nacionalidad cuesta 1,300 libras por persona (32,000 pesos), más examen de inglés y examen de conocimiento de la vida en Reino Unido, lo que supone cerca de 300 euros más. En total, casi 2,000 euros por persona. Por otro lado, el costo emocional de verse casi obligado a tener una nacionalidad sin desearla plenamente. “Por lo general, hay un sentimiento de frustración y enfado al tener que solicitar un permiso para quedarte en un país al que muchos consideran su casa”, indica la abogada Marta Mendiondo, de la firma Ince Gordon Dadds, que ayuda a muchos europeos con los trámites burocráticos del proceso migratorio.