Salvemos al ITAM (y a Harvard)

Las universidades son, o deberían de ser, zonas libres de dogmas.

Donald Trump, pero particularmente JD Vance, y López Obrador decidieron convertirse en colonos universitarios; okupas dogmáticos. Entienden que en la libertad de pensamiento se incuba la crítica, elemento enemigo para mentalidades autoritarias.

AMLO lanzó dardos envenenados en contra de la UNAM, el CIDE y el ITAM. Quería un país de mediocres animados por su mundo orwelliano/mañanero.

Fue ayer cuando en el ITAM conocí a gigantes del conocimiento humanístico: Carlos de la Isla, Rodolfo Vázquez, Ramón Zorrilla, Alberto Sauret y Julián Meza, entre otros. Todos ellos pertenecientes al departamento de Estudios Generales. No se trataba del departamento de Economía, la caja de resonancia del ITAM y el productor de percepciones hacia el exterior, se trataba de un conjunto de materias oscilantes entre la filosofía (Ideas) y la sociología (Problemas). El ITAM de la década de los ochenta era el de los libros amarillos de Estudios Generales; el de la visión positiva, de múltiples oportunidades. Hacia la apertura de las fronteras, con el TLC, y la democracia, con Zedillo.

El entonces rector Javier Beristain entendió que el prestigio del ITAM no llegaría solo a través de Economía; la buena formación de los estudiantes requería de un vector transversal (Estudios Generales).

Pero nada es para siempre. AMLO, la revolución del anonimato a través de las redes sociales y lamentables suicidios de estudiantes, se encargaron de erosionar parte del prestigio del ITAM.

Algo no andaba bien en el país de AMLO cuando un grupo de estudiantes se quejaba de la carga académica en el ITAM. El origen de los suicidios es multivariable. No se puede culpar el nivel de exigencia de los profesores como única fuente.

Otra parte que ha afectado al ITAM fue la debilidad interna de las autoridades, quizá su soberbia y pérdida del enfoque sobre la misión del ITAM. ¿Universidad o centro de investigación?

Los pequeños problemas terminan por erosionar a las instituciones educativas.

Estudios Generales dejó de ser la zona de la Ilustración del ITAM. Veinte años atrás, cuando impartí clases de Problemas, me percaté de la existencia de un vector regresivo-oscurantista.

Otro elemento es la cantidad de años que lleva Arturo Fernandez al frente de la rectoría: 33 años. Sin duda alguna Arturo proyectó al ITAM, pero no es sano para cualquier universidad que un rector permanezca más de 7 o quizá 10 años al frente. José Ramón Benito y Carlos McCadden tampoco deberían de permanecer en Estudios Generales. O qué decir del vicerrector, Alejandro Hernández, con más de 10 años en el puesto.

La muerte de Alberto Bailleres, el dueño del ITAM, obliga a su hijo Alejandro a repensar el ITAM.

No hay duda que mis años como estudiante y como profesor son memorables. Deseo que pronto el ITAM salga del laberinto.