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¿Cómo entender que sólo crecemos 0.5%? Cinco ventanas para verlo

Luis Miguel González | Caja Fuerte
Uno. Estamos en el sótano de crecimiento en América Latina. En 2025, la economía de Guatemala crecerá 4.0% y la de Estados Unidos, 1.6por ciento. Estas referencias importan porque son nuestros vecinos. Para México se espera un crecimiento de 0.5%, uno de los más bajos de América Latina. El continente crecerá casi cinco veces más que nosotros, 2.4 por ciento. Por la derecha, destaca Argentina, que tendrá un crecimiento del PIB de 5 por ciento. A la izquierda, Chile y Colombia crecerán 2.4 y 2.5%, respectivamente. Canadá ha tenido un mal año; aun así, crecerá 1.2 por ciento.
Dos. La informalidad crece mucho más que lo formal. Cuando decimos que la economía mexicana crece muy poco, debemos considerar que la economía informal tiene otros datos y una dinámica muy superior a la formal. En el segundo trimestre tuvo un crecimiento de 1.9%, según reporta el INEGI. Esto es tres veces más que el registrado por la economía formal. Es la informalidad la vía de escape de muchas microempresas y el espacio que ofrece la mayor cantidad de ofertas laborales. En el tercer trimestre del año, el sector informal generó 400,000 puestos de trabajo, mientras que lo formal eliminó 308,000 plazas en el mismo periodo.
Tres. Trump no es el factor que explica el bajo crecimiento. México es el país más vulnerable ante el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, sentenció The Economist Intelligence Unit en 2024. En muchos sentidos es así, por ejemplo, en materia de seguridad y migración, pero el comercio exterior cuenta otra historia. Las exportaciones mexicanas a Estados Unidos han crecido 6.6% entre enero y octubre respecto al mismo periodo del año pasado. En el mismo periodo, China y Canadá han reducido sus ventas a Estados Unidos. En total, estamos vendiendo casi 60,000 millones de dólares mensuales a nuestro principal socio comercial. El sector exportador mexicano ha podido con los aranceles y también con la apreciación de alrededor de 10% de la moneda mexicana. No son exportaciones petroleras ni automotrices las que explican el buen desempeño exportador. México ha consolidado su papel como principal socio comercial de Estados Unidos, como vendedor y como comprador de bienes y servicios estadounidenses.
Cuatro. La inversión es el motor apagado. La economía mexicana necesita tener inversiones equivalentes a 25% del PIB para aspirar a tasas de crecimiento de 4% anual o más sostenidas y sostenibles. No lo hemos conseguido y, más bien, estamos en el rango de 18 a 20 por ciento. Como referencia, China ha tenido niveles superiores al 30% durante cuatro décadas. En ese contexto, hay que poner el dato de la caída de la inversión. Entre enero y septiembre, la inversión pública tuvo un desplome de 20%, mientras que la inversión privada registra una caída de 5.2 por ciento.
El desplome de la inversión pública se explica por el esfuerzo del gobierno para reducir el déficit fiscal heredado de López Obrador. El último año de AMLO dejó un desbalance cercano a 6% del PIB, casi dos billones de pesos. El primer año de Sheinbaum arrancó con el compromiso de reducir ese déficit. La variable de ajuste fue la inversión pública, porque los programas sociales tienen rango constitucional y el pago del servicio de la deuda del gobierno es obligatorio.
Cinco. La caída de la inversión privada tiene que ver con la incertidumbre. Esta tiene dos polos: en la Casa Blanca hay cambios de reglas que obligan a poner pausa en inversiones de sectores como el automotriz. En México, la incertidumbre es polimórfica: la reforma del poder judicial, la inseguridad pública y el cambio de reglas en sectores clave, como el minero. No tenemos estridencia en las declaraciones públicas de los empresarios ni depreciación del tipo de cambio, pero sí 13 meses acumulados de caída en inversiones y noticias de que empresarios mexicanos están invirtiendo fuerte en otros países, por ejemplo, España.

