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Opinión

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Seleccionador, vale más un estilo que un triunfo

El deporte desde los años ochenta del siglo pasado dejó de ser una máquina de ilusiones continua, dominante. Desde que llegó el negocio, las marcas, la televisión, se perdió el encanto de pelear por el honor. Hoy el honor tiene tintes comerciales. Ahora un futbolista es capaz de jurar amor eterno a un club y en seis meses dice que el amor de su vida es otro y así se la puede pasar toda su carrera y no será mal visto, quizás pase desapercibido.

Y también los resultados empezaron a ser necesarios para todo: para ganar fama, admiración, respeto, contratos comerciales y todas esas cosas que se pueden comprar con la plata (que es todo, pues). Pero en detrimento se perdió esa chispa que siente usted cuando va a jugar sin que haya más que la pasión... y entonces empezaron a obtener mucho prestigio técnicos ganadores como José Mourinho, quien se lleva todos los elogios (y también grandes contratos) gracias a echar a sus equipos para defender y ganar un partido a costa de lo que sea; o al Tuca Ferretti se le permite mentarle la madre a medio mundo porque es un excelente resultadista. Y así han cambiado las cosas hasta ahora.

Pero también todavía hay algunos que prefieren lo otro, el cómo , y no es que olviden el qué , sino que sus prioridades son otras. De Josep Guardiola se recordará todo lo que consiguió en el FC Barcelona o Bayern Múnich, pero seguro que en unos 15, 30 o 50 años se hablará del estilo de juego de su equipo y es precisamente justo ésta una opción que puede seguir Miguel Herrera, nuestro seleccionador nacional.

Rechazo con fuerza su personalidad, la vulgaridad con la que se comporta cuando pierde, cuando siempre encuentra un pretexto para explicar la derrota. Pero si algo debemos admitir es que el Piojo (hasta el apodo no me parece apropiado para decirlo a nivel internacional) ha tratado de mantener una idea futbolística, proponer los partidos y es un estratega capacitado.

Y el partido ante Costa Rica nos dejó claro algo: los jugadores están con él aunque todo mundo pueda hablar lo contrario. Cuando alguien apoya a una causa u otra persona es por dos cosas: porque le conviene o porque realmente está convencido. Al menos, en la imagen, los futbolistas parecían comprometidos de lo que hacían, de lo que les ordenaron y lo siguen, y si lo siguen es porque creen en él.

Quizás, ahora más que nunca, el vulgar, terco, grosero, soez, impulsivo, dicharachero, popular, trabajador, comprometido Miguel Herrera no se debe permitir cambiar. Hacer lo que ha dado resultado, lo que ha convencido a un grupo de jugadores que le han respaldado en un partido donde se dieron visos de lo que pueden hacer cuando todo vuelve a su lugar: nada de experimentos tácticos, mucho orden, atención y la misma línea a seguir.

Los procesos resultadistas terminan cuando los marcadores no favorecen; los procesos con estilo si los dejan trabajar, lo que no es sencillo pueden hacer una época, como la generación de Johan Cruyff a mediados de los setenta, que no ganó nada, pero que revolucionó el futbol.

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