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Opinión

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Para reducir la pobreza

La pobreza no disminuye porque no hay crecimiento para que las empresas contraten más y en mejores condiciones.

Las cifras más recientes de corte estructural de la economía mexicana son muy reveladoras en cuanto a algunas de las causas por las cuales el número de pobres no tiende a disminuir en nuestro país. Comenzando con el más reciente Censo Económico, el cual revela la predominancia de los micro y pequeños establecimientos y que, aunado a los changarros sin instalaciones que operan en la total informalidad y clandestinidad y que no capta el censo, nos muestra que una gran mayoría de mexicanos trabaja en condiciones paupérrimas, sin una perspectiva de mejorar su situación ni siquiera en el largo plazo. La razón es que muchos de estos establecimientos no tienen registros y no ofrecen condiciones de trabajo formales a sus trabajadores, como serían un contrato, previsión y seguridad social. Al tener una perspectiva de muy corto plazo, ya que estos establecimientos en el mejor de los casos operan cuatro años y luego desaparecen, no invierten en nuevas tecnologías ni equipamiento, y por lo tanto no capacitan a su personal.

Según la misma fuente, la mayoría de actividades contempladas en la estadística presenta muy elevados grados de concentración, lo que es un impedimento inmediato para que los establecimientos pequeños participen más en las actividades con una perspectiva de mejora en el mediano y largo plazo. Aunque muchos de los grandes establecimientos concentradores ofrecen mejores condiciones de empleo a sus trabajadores, tampoco estamos hablando de una situación que represente una perspectiva de un futuro halagüeño para los trabajadores, ya que la rotación de personal es muy elevada, las promociones limitadas, la capacitación escasa y la posibilidad de obtener una jubilación de su empleo se empieza a esfumar conforme el trabajador acumula antigüedad. Cuando es puesto en la calle, ya nadie más lo contrata por su edad y es poco probable que haya acumulado un fondo propio como para sobrevivir con esos recursos.

De lo anterior se deriva, entonces, que uno de los pendientes en el país es una reforma laboral a fondo y un cambio en la regulación de los negocios que proporcione un incentivo para que las empresas se abran a la competencia y ofrezcan empleos con mejores condiciones y buenas perspectivas a futuro para sus trabajadores. La idea sería que las mismas empresas constituyeran subsidiarias que fueran sus proveedores de algunas de las partes y de los insumos que utilizan, pero sobre todo de los servicios que utilizan. Hasta ahora, sólo vemos que los servicios que por lo general subcontratan las empresas son los de limpieza y seguridad, en donde los trabajadores de las empresas que ganan los contratos de proveeduría la mayoría de la veces labora en condiciones paupérrimas, ya que de ofrecer buenas condiciones de trabajo los contratos no se ganarían; por exceder los precios que los contratantes están dispuestos a pagar, o porque, dados los precios, las utilidades serían nulas para los subcontratistas.

Si como indica la otra gran fuente de información que apenas reveló sus datos más recientes, la pobreza en México no disminuye porque no hay crecimiento económico que impulse la creación de empleo, las acciones a las que hay que abocarse son proporcionar incentivos para elevar el crecimiento y para que las empresas contraten a más personal y en mejores condiciones. No estamos considerando en este análisis ofrecer incentivos fiscales que los empresarios se desgañitan por obtener ya que éstos no funcionan, ni contar con mayores recursos para otorgar fondo perdido a los emprendedores, porque esto tampoco funciona. Se trata de idear nuevos mecanismos.

mrodarte@eleconomista.com.mx

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