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Paciencia con la Tenencia
Pagar un impuesto como la Tenencia por usar un vehículo podría resultar justo si no fuera por algunas consideraciones: primero, es un impuesto duplicado. Y segundo: le prometieron a nuestros padres y abuelos que se trataba de un gravamen temporal.
Comprar un auto nuevo en México implica pagar en adición al precio que le ponga la armadora, el Impuesto al Valor Agregado, el Impuesto Sobre Automóviles Nuevos, un impuesto por el derecho a circular que se demuestra con las placas. Y además, la Tenencia para todos los vehículos superiores a 250,000 pesos.
Además, si el auto no es una de esas rarezas que funcionan con electricidad, habrá que pagar un impuesto por cada litro de gasolina que se consuma, que en caso del Distrito Federal implica un sobre impuesto de un centavo que se supone era para preservar el medio ambiente. Aunque claro, la verificación semestral es otro impuesto más.
Claro que hay quien se ahorra todos estos cobros manejando un auto chocolate, protegido por alguna agrupación política.
La Tenencia vehicular fue creada como un impuesto temporal destinado al financiamiento de los Juegos Olímpicos de 1968. A principios de los 60, específicamente en 1962 se dio forma a este gravamen.
Era el México del desarrollo estabilizador, era un país con tan pocos autos y con una visión tan esperanzadora del futuro que la verdad pasó sin más protestas sociales.
Llegó el México 68 y su colofón en el México 70 y el impuesto se quedó. Simplemente porque este país empezaba a vivir algunos de sus peores regímenes encarnados en el autoritarismo de Díaz Ordaz y Echeverría.
El falso discurso de clase floreció en esos años y los burgueses que tuvieran auto deberían pagar más. Un poco el discurso que ahora aplica el Gobierno del Distrito Federal para no eliminar este impuesto.
El punto es que la batalla por terminar con este cobro injusto se extendió durante 40 años.
La propuesta de eliminar el cobro de la Tenencia se prostituyó en las campañas políticas. Con relativa frecuencia, legisladores de todos los partidos subían a tribuna a proponer su desaparición con mucho discurso y poca propuesta.
Al calor de las campañas electorales del 2006, el candidato Calderón elevó la apuesta a prometer finalmente la desaparición del impuesto. Con la recesión encima y sin una reforma fiscal, el pago de la promesa se llevó hasta el final del mandato. O sea, vigente a partir del 1 de enero del 2012.
El impacto mediático de esta medida es tan decisivo que hasta los que no tienen vehículo lo aprueban. Por eso no puede más que aplaudirse la jugada política maestra del gobernador de Querétaro, José Calzada, que le comió el mandado a todos eliminando con anticipación el impuesto.
Panistas, perredistas y hasta otros priistas se quedaron con el ojo cuadrado y muchos no tuvieron más remedio que imitar la determinación local. Pero claro, no es lo mismo que Yucatán elimine el cobro de este impuesto a que lo haga uno de los estados con el mayor padrón vehicular.
Punto bueno en eso para Veracruz o Jalisco, pero la atención estaba puesta en los campeones del parque automotriz: el Estado de México y el Distrito Federal. Que además se tenían que definir entre las elecciones mexiquenses y las nominaciones de candidatos presidenciales.
Tanto el Estado de México como el Distrito Federal son altamente dependientes de los recursos federales. Por lo tanto, perder un ingreso de esas magnitudes los obligaría a mejorar su capacidad recaudatoria.
El Gobernador del Estado de México, cercano a su sucesión, optó definitivamente por su eliminación. A cuadro, claro, Enrique Peña Nieto veía a la cámara para anunciar el fin de este impuesto.
Marcelo Ebrard por más que hizo cuentas no se animó y prefirió el discurso de clases. Dijo el Jefe de Gobierno que la alternativa en caso de eliminar la Tenencia como lo propuso el gobierno del presidente Calderón, como lo hará Enrique Peña Nieto y otras entidades, era subir el precio del Metro.
Nunca fue opción ahorrar en la burocracia de la capital o en la dispendiosa Asamblea Legislativa, la opción era quitarle a los pobres del Metro para darle a los ricos con auto.
Hay que tener paciencia con la Tenencia porque muchos la seguiremos pagando, otros afortunados ya no. Pero todos tendremos que seguir atestiguando su uso político por largo tiempo.