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Nuevos jeremías
El país, según los alarmados, está en un tris de colapsar... Luce y rinde ser alarmista, aunque se viva como burgués.
Coro de lamentaciones. Y no en un muro, sino en la tele, el radio, la prensa y las calles. Lean Proceso. Vean Primer Plano. Tan sólo dos ejemplos. Las instituciones están despanzurradas, no hay derechos humanos ni transparencia, los organismos internacionales señalan a México con dedo acusador, la economía sigue inerte, no funcionan los gobiernos estatales y municipales, menos el federal, el presidente es un cretino, sus subalternos, mediocres, los que se fueron nos dejaron un cochinero, la gente no tiene confianza, injusticia, violencia, pobreza y corrupción, rampantes. El país, según los alarmados, está en un tris de colapsar.
Si se consultan los medios de información de hace 80 años, por decir un lapso cualquiera, nos encontraremos lo mismo. Algo menos lo mismo porque los medios, para fortuna y paz de nuestros ancestros, no eran tantos ni tan ruidosos, ni que se consideren obligados, por el solo hecho de ser medios, a criticar sin ton ni son ni reflexión. Aquí vale la pena citar a Quevedo: No seas de los vulgares que dicen que todo tiempo pasado fue mejor, que es condenar el porvenir sin conocerle; pues forzosamente dirá el futuro, en llegando, que es mejor éste, no por bueno, sino por ya pasado. En el mundo con más verdad se reparte peor y malo, que bueno y mejor. Débanos nuestro tiempo alguna lisonja... .
Luce y rinde ser alarmista, aunque se vista y se viva como burgués. Las posturas de estos profetas del desastre son las de Andrés Manuel López Obrador y sus adláteres, nomás que unos hablan de poderes fácticos y otros de mafia en el poder. En el fondo es la misma cualidad populista, hay que sacar a los pobres de su condición, hay que repartir, hay que quitar a unos para dar a otros. Eso haría yo si gobernara, supongo que afirman, haciendo uso de mi vara mágica.
Por arte de magia hago que las reformas estructurales rindan frutos desde ya, y que suban los deprimidos precios de materias primas, y que el del petróleo se recupere, y que los motores de la economía mundial funcionen a altas revoluciones, y que la inversión nacional y extranjera fluya aceleradamente, y que el gobierno aumente sus ingresos y le basten para remediar carencias sociales y de infraestructura.
Nuevos jeremías, ¡ubíquense! Un poco de hacer funcionar el seso, por favor.