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Nuevo año, nuevos bríos, nuevos riesgos para precios agrícolas
Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Mucho gusto en saludarte en este arranque de año.
Partamos de dos vectores medulares que forman precios: la oferta y la demanda, mismos que no están vinculándose desde hace tiempo. La oferta sigue buscando definiciones, el mundo agroindustrial aguarda el veredicto productivo sudamericano, mismo que está íntimamente relacionado al clima.
Brasil promete cultivos abundantes, con récord de producción de soya en puerta. Tras la soya arrancará el ciclo de maíz tardío que promete abundancia. Digamos que la soya brasileña está en arranque de cosecha, y las líneas de espera en los puertos suben con buques esperando. Febrero y marzo serán de intensa actividad logística.
Los brasileños serán los reyes de la soya, levantando entre 20 y 25 millones de toneladas más que el año pasado. La soya está en el centro y norte del país, pero el sur aún tiene que definir rendimiento, y queda aún lluvia por materializarse, y no está llegando en tiempo y forma.
Por su parte, Argentina ajusta sus expectativas productivas a la baja de manera repetida semana a semana y las pérdidas se multiplican en una nación que necesita angustiosamente de los recursos que genera la tributación del campo.
El reto para describir la situación argentina en un espacio de tiempo limitado es enorme, la realidad es que lo que sucede ahí supera la ficción. El gobierno impone una tasa impositiva a la exportación del campo, el productor paga por exportar, el estado incauta de facto un porcentaje enorme de la renta agropecuaria, y si eso es lacerante, el diferencial cambiario interno que tiene Argentina le resta competitividad al productor cuyos dólares son liquidados a un tipo de cambio oficial, mismo que está artificialmente planchado para detener la escalada inflacionaria de casi 3 dígitos que les aqueja.
El tema es que, si el campo es liquidado en sus ventas a un tipo de cambio oficial, cuando requiere insumos, fertilizantes, refacciones importadas, debe acudir a un dólar libre, mismo que se cotiza de manera volátil y al doble más/menos respecto del oficial, secuestrando por completo el mercadeo rentable.
El productor está obligado a guardarse lo más que pueda sin vender, con los dólares en potencia vía inventarios pues tener pesos, es como tener un helado al medio día al sol en Acapulco sin permiso de poderlo comer hasta las 5 de la tarde.
El gobierno argentino en una medida desesperada por obligar liquidación de inventarios del campo y hacerse de tributación, ideó un tipo de cambio preferencial para los productores que vendan soya y así en lugar del tipo de cambio oficial, les da uno más favorable, insuficiente, pero menos peor.
Pan para hoy y hambre para mañana, pues ahora el productor seguramente se atrincherará sin vender en el futuro, hasta que el gobierno le presente un nuevo programa de “dólar soya”, pues las versiones anteriores han tenido tiempo limitado así que para cuando se coseche lo poco que se coseche, el productor aguardará un programa de tipo cambiario especial para vender un poco más.
La diferencia entre inventarios existentes y disponibles será enorme en los meses por venir, y debe ser el propósito de un análisis. Brasil tendrá un excedente de soya que compensa lo que Argentina no produzca, pero, lo que el mundo necesita de Argentina no es semilla de soya, son subproductos como harina de soya y aceite.
Todo ello es parte de la explicación del incremento en precios de la harina de soya. Esto no era parte del diseño pues la molienda estaba dedicada a moler para obtener aceites, mismos que habían recibido un gran espaldarazo una vez que se dinamizó la política de bio combustibles en EU.
Sin embargo, esto parece que es una historia para más adelante, los mercados han desdoblado su arbitraje de compra de aceite y venta de harina, inyectando en esta última recursos a modo récord si lo medimos por la cantidad de harina que poseen los fondos especuladores del “managed money”.
Los norteamericanos han tenido problemas propios para el abasto, la situación climática ha sido complicada con un invierno caprichoso y la molienda no ha podido resolver algunas carencias.
China es un enigma. Su consumo ha caído tras la pandemia del Covid. Si bien está saliendo de su política cero Covid, el consumo no reacciona, pero si regresa por sus fueros y nutre fuertemente su línea de abasto, veremos consumos incrementales que tendrán ocupados a los brasileños, incompletos a los argentinos y arrogantes a los estadounidenses que se van a dejar querer a la hora de vender.
El informe del USDA mostró una fuerte caída en el consumo de maíz en EU, pero en el ajuste de cuentas, resulta que se produjo menos maíz pues se cosecho menos superficie. Según el USDA, el trigo se muestra suficiente pero dudoso pues ese trigo que duerme el invierno en el hemisferio norte ha sido golpeado por fríos drásticos, sin capa de nieve que lo proteja tanto en EU como en Rusia, y no sabremos hasta la primavera el daño real. Para cuando llegue la primavera más vale que llegue con buenas lluvias pues el trigo lo va a necesitar.
La guerra europea sigue, la disrupción producto de esta es real y lo seguirá siendo, Ucrania sigue exportando vía el Bósforo los inventarios viejos, lamentando que tristemente los nuevos no serán repuestos a la misma capacidad del ayer por razones lógicas. Como puedes darte cuenta la volatilidad es lo único constante, y para ella, hay prácticas de administración de riesgos que te permiten manejarla. ¿Estás en buenas manos?