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Opinión

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Nuevas protestas en Cuba

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Vuelven las protestas a Cuba provocadas por una grave crisis energética y la escasez de alimentos y medicinas, pero también se volvió a escuchar el grito “Patria y Vida”, el cual se convirtió en la principal proclama durante las históricas manifestaciones prodemocracia de 2021. El presidente cubano Miguel Díaz-Canel acusó a unos indeterminados “enemigos de la revolución” de tratar de utilizar las protestas con “fines desestabilizadores”. Los servicios de internet y de celulares fueron suspendidos en las dos ciudades donde se protagonizaron estas manifestaciones: Santiago y Bayamo, pero pese a esto y aunque la policía instó a los manifestantes a no grabar con sus celulares, algunos videos lograron filtrarse a las redes sociales y pudieron ser vistas por todo el mundo. Los apremios ya son insoportables y pueden llevar a vivir de nuevo un ciclo de protestas populares a pesar de la inmensa represión. En 2023, la economía cubana se contrajo un 2 por ciento con una inflación del 30 por ciento. El salario medio oficial equivale a 14 dólares. El 70 por ciento de los jubilados cobra pensiones de cinco dólares al mes.  El régimen cubano ha reconocido la imposibilidad de garantizar el pan subvencionado de la canasta básica y también se ha visto obligado a pedir leche en polvo al Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas para evitar brotes de desnutrición y anemia infantiles. Al hambre y la pobreza se suma la emergencia energética. Los apagones afectan a más de la mitad del territorio nacional y duran hasta por más de 10 horas diarias.

Las protestas suceden semanas después de haberse dado a conocer el inicio de un proceso por “corrupción, simulación e insensibilidad” contra el exministro de Economía, Alejandro Gil, quien había intentado sacar adelante algunas reformas liberalizadoras, pero solo consiguió aumentar la inflación, agravar el desabastecimiento y elevar el déficit fiscal. Díaz-Canel necesitaba un chivo expiatorio y Gil era la cara pública de medidas profundamente impopulares como el alza masiva de los precios de los energéticos. Pero Gil solo se limitó a obedecer órdenes de arriba y a aplicar medidas parciales, parches en un sistema económico fracasado, y aunque Díaz-Canel insiste en culpar al “bloqueo”, tal cosa no existe.

Cuba tiene más de veintisiete tratados bilaterales con más de noventa países y el comercio internacional representa el 27 por ciento del PIB. De hecho, Estados Unidos es su sexto socio comercial. Los alimentos y productos agrícolas procedentes de Estados Unidos se han incrementado significativamente en los últimos dos años. Cuba solo enfrenta un embargo sobre artículos con fines militares. Desde el año 2000 no ha habido ningún tipo de prohibiciones a las exportaciones de Estados Unidos de alimentos y medicamentos. A Cuba la ha devastado una dictadura destructiva e ineficaz, una máquina de cometer errores y despilfarrar subvenciones. Entre 1960 y 1990 consumió una ayuda del bloque soviético equivalente a seis Planes Marshall y en los últimos dieciocho años ha dilapidado subvenciones y ayudas de países como China, Rusia, México, Japón y Venezuela. La tiranía cubana siempre hace lo mismo: pedir prestado, despilfarrar, empobrecer a la población e incumplir sus compromisos, para luego quejarse de un “bloqueo” inexistente.

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