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Opinión

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Leyes de telcos viven su momento #Yo Soy 132

La rebelión de los internautas tomó por sorpresa a los promotores de la iniciativa; Internet es otra cosa.

¿Serán suficientes los cambios hechos a las leyes de telecomunicaciones para acallar las críticas sobre la forma en que se trata la neutralidad de la red?

Hay marcha atrás en el aspecto más autoritario de la iniciativa del Ejecutivo federal. Se suprime eso de que se podrá bloquear, inhibir o anular de manera temporal las señales de telecomunicaciones en eventos y lugares críticos para la seguridad pública y nacional, a solicitud de las autoridades competentes .

Si se hubiera aprobado la ley, tal y como estaba, se hubieran validado situaciones como las de Irán, Turquía o Venezuela, donde las autoridades silenciaron las redes para amortiguar el impacto de las protestas. Bloquear implica reducir la capacidad de convocatoria a una manifestación, favorece el control de un gobierno autoritario y hace imposible trasmitir la información en tiempo real.

En la propuesta modificada y presentada ayer este contenido desaparece del artículo 197 y queda diluido en el 145: podrán bloquear el acceso a determinados contenidos, aplicaciones o servicios a petición expresa del usuario o cuando medie orden de la autoridad competente . El subrayado es mío. Falta decir que la orden debe ser por escrito, además de fundamentada en la ley.

En otra cuestión relacionada con la neutralidad de la red se mantiene en la iniciativa sin cambios, a pesar de la pertinencia de las críticas vertidas al respecto. En el artículo 146 dice: Los concesionarios y los autorizados que presten el servicio de acceso a Internet podrán hacer ofertas diferenciadas según las necesidades de mercado y clientes, diferenciando entre niveles de capacidad, velocidad o calidad .

¿Cuál es el problema aquí? Hay que poner las cosas en contexto. Algunos de ustedes recordarán que en 2008 había una cláusula en los términos y condiciones del servicio que ofrecía Infinitum, donde se prohibía el uso de aplicaciones de voz, como Skype. Para la dueña de Infinitum esta aplicación era una amenaza al servicio telefónico de larga distancia. La forma en que lo procesó fue diferenciando los niveles de calidad del servicio. Quienes querían conectarse a Skype tenían problemas frecuentes, hasta que la denuncia pública del problema puso fin a la restricción.

La reforma permitirá volver a aplicar restricciones. La obligación del proveedor de Internet será mencionarlo en los contratos. Esto no basta. Cualquiera de los proveedores de Internet podría encontrarse en un conflicto de interés: dar el mejor servicio de Internet facilitaría el acceso a servicios prestados por otras compañías en segmentos donde compiten, por ejemplo Stream TV.

Este aspecto parece menor, comparado con el riesgo de ejercicio autoritario del poder. Sin embargo, es inaceptable dejar ese artículo de la ley como está, porque es evidente el problema que viene y no hay una descripción explícita de la forma en que se protegerá a los consumidores. Podemos intuir que corresponderá al IFT meterse a los detalles, pero eso no basta.

Las leyes secundarias de telecomunicaciones están entrando en su momento de definición y viven su momento #Yo Soy 132. Se nota que la rebelión de los internautas tomó por sorpresa a los promotores de la iniciativa. Dedicaron mucho tiempo a medir las dosis de palos y zanahorias para Telmex y Televisa, pero Internet es otra cosa. ¿Habrán aprendido las lecciones que dejó el #Yo Soy 132 en 2012?

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

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