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Opinión

Lectura 4:00 min

La explosión en el aeropuerto de Kabul

Stephanie Henaro

El aeropuerto de Kabul se ha vuelto icónico, no sólo por las imágenes dramáticas que le han dado la vuelta al mundo desde que esta guerra inició, sino porque también se ha convertido en el símbolo de la última frontera de occidente en Afganistán.

De ahí el que la explosión que se registró este jueves en la puerta Abbey como producto de un ataque suicida, en el que al menos 43personas perdieron la vida, se haya dado también en el corazón de occidente.

El mensaje es contundente y por si fuera poco, minutos después llegaría una confirmación con una segunda explosión en el Hotel Barón, que se encuentra cercano a la puerta Abbey del aeropuerto y es utilizado por algunas naciones occidentales para organizar evacuaciones.

Hasta el momento más de 70.000 personas han sido sacadas de Afganistán desde que comenzaron los vuelos de evacuación el 14 de agosto, la mayoría de ellas por el ejército estadounidense. Pero también participan en la misión de rescate otros países, como Alemania, Gran Bretaña, Francia e Italia, además de India, Japón y Canadá.

La fecha límite del 31 de agosto se acerca y el objetivo de evacuar a todas las personas necesarias se ve cada vez más complicado. Sobretodo cuando se toma en cuenta que entre los escombros que la explosión dejó en el corazón de occidente, se encuentran su capacidad de mantener el aeropuerto seguro, y también la de mantener a sus ciudadanos seguros en casa, porque el terror ha regresado.

Porque si se confirma que el Estado Islámico-Khorasan, que es el brazo afgano del grupo yihadista Estado Islámico (EI), está detrás de este doble atentado, las alarmas del mundo comenzarían a encenderse, y se confirmaría que el esfuerzo de los últimos veinte años no sirvió para mucho.

Grupos terroristas podrían volver a ser el foco de amenazas al mundo occidental, las heridas de los ataques terroristas en Europa durante el 2015 se abrirían, y el discurso del monopolio del bien y el mal diseñado por Bush, también podría ser resucitado de entre los muertos.

Afganistán le recuerda al mundo nuevamente porque es conocido como una tumba de imperios, y mientras la reputación de Estados Unidos y sus aliados sufre daños en el mundo. La debacle que se avecina para la administración de Joe Biden, justo a unos días del aniversario de la caída de las torres gemelas a manos de Al Qaeda, se hace inminente.

A esto último habrá que sumarle, la muerte de más soldados estadounidenses en el campo. Porque al momento de escribir estas líneas, se calcula que al menos 4 marines han perdido la vida como resultado de este doble atentado.

Esto no ocurría desde febrero del 2020, y más allá del capital político que esto pueda representar para Trump y los republicanos, lo que ha quedado claro es que cualquier posibilidad de entablar algún tipo de relación con los talibanes, se ha evaporado.

El conflicto en Afganistán está lejos de haber llegado a su fin. No obstante, a una ecuación ya complicada por naturaleza con variantes predominates como el cambio de gobierno, el retroceso para las mujeres, y el reacomodo geopolítico regional, hoy debe agregársele la variante del terrorismo.

¿Quién se acuerda que estamos viviendo una pandemia mientras estamos hablando de todo esto?

Eso tal vez sea lo peor, porque quiere decir la vida humana peligra de una u otra manera.

El último en salir apague la luz.

Twitter: @HenaroStephanie

Stephanie Henaro

Actualmente da asesorías geopolíticas, conferencias, e imparte la materia en la Universidad Iberoamericana de México y en la Universidad Francisco Marroquín en Guatemala. También comparte sus análisis en ADN40, MVS, Radiofórmula, El Heraldo y Televisa.

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