Lectura 6:00 min
El mandato de la Banca de Desarrollo
La Banca de Desarrollo (BD) no fue inventada en México ni tampoco somos de una élite de países que cuentan con esta exclusiva herramienta; de hecho, más bien podríamos decir que es común que las diferentes economías la tengan, incluso hasta las más modestas. En nuestro país, los más representativos son el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras 1933), Nacional Financiera (NAFIN 1934) y Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext 1937). Toma nota de esos años, porque son precedente directo de una de las épocas de mayor crecimiento económico, y me refiero al denominado desarrollo estabilizador o milagro mexicano (1954-1970).
Obviamente, resultados exitosos como los que se mencionan, tienen una multicausalidad interna y externa, pero siempre implican una adecuada administración gubernamental que integra diferentes políticas públicas serias, bien pensadas y, sobre todo, ejecutadas con responsabilidad. Esa etapa que concluyó en 1970 se vio posteriormente afectada con la administración del Presidente Echeverría (1970-1976) caracterizada por falsos nacionalismos, populismo costoso e irresponsable, conductas marcadamente autoritarias y en general, desprecio por la planta productiva y la libertad de expresión, que lamentablemente resultó en un aumento del endeudamiento público, inflación, devaluaciones y hasta resentimiento social contra las fuerzas armadas, por la manera en la que fueron utilizadas.
Considerando que la BD nació cerca de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), lo destacable es el importante papel que jugó en el crecimiento y consolidación de la industria y economía mexicana, siendo factor clave para el robustecimiento del mercado de valores, y empresas que se convirtieron en líderes de sus sectores en el país e internacionalmente, como el acerero, cementero, fertilizantes, electromecánicos, etc., así como para la construcción de infraestructura estratégica como puertos, carreteras, aeropuertos, presas y otras tantas igualmente vitales para contribuir al desarrollo del país.
Hagamos pausa y reflexionemos sobre el apellido que distingue a estos bancos de los demás. A diferencia de los otros, que son de propiedad privada y se autorizaron como Banca Múltiple (BM), estas entidades son propiedad del Estado Mexicano, en última instancia el interés es de los mexicanos y tienen como esencia y razón de ser, precisamente contribuir al desarrollo del país y están segmentadas por sector, de manera que se especialicen y realmente incidan en el crecimiento del área económica de que se trate. Su justificación de existir es solamente esa, servir como herramienta para que el Estado Mexicano con base en una visión de largo plazo, integral y estratégica impulse un área o sector de la economía, en suplencia de la ausencia o deficiencia de la actuación de la banca comercial.
Su marco de actuación es complejo porque se justifican en la medida en que están alineados en sus funciones y objetivos, con la base constitucional (arts. 25,26 y 28) y después toda una red de leyes y disposiciones que van desde la Ley de Planeación y la propia Ley Orgánica de cada uno, en congruencia con el Plan Nacional de Desarrollo y el plan sectorial de desarrollo correspondiente, que en este caso es el Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo. En otras palabras, fueron creados expresamente para algo y eso es lo que pueden hacer, ni más ni menos.
La otra palabra que hay que tener presente, es el término “banco” y que implica que están sujetos a la Ley de Instituciones de Crédito, y las disposiciones, regulación prudencial y supervisión que para el efecto emiten la CNBV, y en lo conducente la SHCP y el BANXICO, con la consecuente subordinación de entes regulados; en donde las instituciones están obligadas a cumplir todas las normas y las autoridades a supervisar que las instituciones las cumplan, y en su caso, a imponer las sanciones que correspondan.
La BD, entre sus actividades principales realiza operaciones de financiamiento, dicho de otra forma, da crédito en el obvio entendido de que tales importes serán posteriormente pagados por los deudores y vueltos a colocar, en cumplimiento de su objeto y razón de ser, así como de las leyes y normatividad financiera a la que se encuentra sujeta. En la medida en que esos recursos puedan ser prestados, cobrados y vueltos a prestar, no derivarán en beneficio económico de un grupo de accionistas (como en la BM), sino de nuestro país. Tan importante es este tema que la propia LIC tipifica (art.112) como delito cuando se cause quebranto o perjuicio patrimonial a un banco, derivado de información falsa proporcionada por el deudor para obtener el financiamiento, o cuando el empleado bancario, a sabiendas de que el deudor no tiene la capacidad de pago necesaria, concede el crédito.
Esto es su mandato legal, y su inobservancia implica responsabilidades. Por ello, si se usa la figura banco y como vehículo el crédito, la única respuesta aceptable es el pago de la obligación; si por el contrario, la intención de ambas partes es desde el inicio que no exista el cumplimiento de esa obligación, está más que en terrenos financieros, en el ámbito del subsidio o dádiva a cargo de fondos creados con tal finalidad.
La diferencia en los fines que persigue la BM y la BD, complica su comparación; sin embargo, para efectos ilustrativos y con información de la BD a marzo y de la BM a junio de este año (ambas publicadas por la CNBV), podemos ver que la cartera de crédito total de la BD representaba $1,021.6 mmdp mientras que de la BM $5,891 mmdp, lo que significa que la BD financia alrededor del 17% del crédito otorgado por instituciones de crédito en el país. En términos de Índice de Morosidad (IMOR), en lo general la BD reportó 3.19% mientras que la BM 2.32%, siendo el rubro con mayor diferencia el de crédito a la vivienda en donde la BD informa de un 8.48% contra un 2.90% de la BM. Cabe señalar que el porcentaje de participación en el total de financiamientos no es determinante, ya que en el mundo hay modelos con fuerte participación en la BD y altos costos fiscales asociados, y otros con una participación menor pero con alta eficiencia (España).
En suma, la Banca de Desarrollo dando créditos bien otorgados, especializados y focalizados, ha demostrado que sí es efectiva y contribuye al desarrollo del país, en beneficio de todos. En resta, cuando esta herramienta se ha utilizado con fines simplemente políticos, también ha demostrado que sus quebrantos incrementan la deuda de todos, en beneficio de algunos.
Twitter: @LBartolini