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El fin del corralón
Ante ese tormento de sacar nuestro auto del corralón, darle unos billetes al policía no es un asunto moral,? sino de supervivencia.
El otro día me topé en Internet con un video del gobierno del Estado de México que explica los cambios al reglamento de tránsito, para mayor detalle, la liga es la siguiente: http://youtu.be/3UIf-gl50pw.
Ahora, la policía de tránsito está conformada sólo por mujeres vestidas con un uniforme naranja. Sólo ellas están autorizadas para levantar infracciones. De ese modo, le queda claro a todo mundo quién lo puede infraccionar y quién no.
Pero lo más interesante de todo es que le quitaron a la policía el principal instrumento de extorsión que usa cotidianamente en contra de los ciudadanos: la amenaza de llevarnos al corralón.
En el nuevo reglamento sólo hay cuatro causas muy claras para que te puedan llevar al corralón: no traer alguna placa; que no correspondan con la calcomanía; ir borracho o drogado, o bien, haber participado en un accidente grave.
Si la policía no se puede llevar el coche, salvo por una causa grave y bien definida, no tienen con qué extorsionar al conductor.
En reglamentos de tránsito, como el del Distrito Federal y quizá de algunos otros estados, casi cualquier infracción puede ameritar corralón si así lo juzga conveniente el oficial según su criterio.
El reglamento de la capital del país le da un rango de sanciones que puede aplicar, pero siempre se apresuran a mostrar que la infracción que se cometió amerita corralón.
Si vamos camino a casa, al trabajo o a cualquier otro lugar, el prospecto de perder el día entero haciendo trámites es un lujo que poca gente puede darse.
Quien haya tenido que sacar su coche del corralón sabe que necesita traer comprobantes (con copia) de las tenencias pagadas, tarjeta de circulación, identificación oficial y demás.
No sólo se tendrá que pagar bastante dinero en multas y arrastre. Sabemos que si nos llevan al corralón, tendremos que bajar un formato de Internet y pagar en el banco. Si tenemos mucha suerte nos tomará cuatro horas resolver el asunto. Si es de noche, tendremos que ver cómo llegar a nuestra casa y dedicar toda la mañana siguiente al pago de la multa. Ante ese tormento, darle unos billetes al policía no es un asunto moral, sino de supervivencia.
Aclarar las leyes y quitarle a quienes la aplican la discrecionalidad para extorsionarnos es una buena idea que podría aplicarse no sólo a las leyes de tránsito, sino a cualquier situación donde haya corrupción. A quien se le haya ocurrido le mando un gran aplauso.
achacon@eleconomista.com.mx