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Opinión

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Crónica de un fraude anunciado

Benito Nacif

El creacionismo democrático ha servido como ideología para justificar los ataques al Instituto Nacional Electoral y otras instituciones electorales.

El triunfo de López Obrador en las elecciones presidenciales alentó una corriente revisionista de la historia política de México. Según la nueva versión, la democratización no fue resultado de sucesivas reformas institucionales que desmantelaron el sistema de partido hegemónico, hicieron posible la organización de elecciones equitativas y dieron lugar a la alternancia de partidos en el poder.

De acuerdo con el revisionismo de la 4T, la transición a la democracia en México fue resultado de la victoria en las urnas del movimiento encabezado por el político tabasqueño. Lorenzo Córdova, el presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), y Ernesto Núñez se han referido a esta explicación como la visión creacionista de la democratización (La democracia no se construyó en un día, Grijalbo, 2019). Según ella, los comicios del 1 de julio de 2018 fueron el gran evento transformador que trajo consigo un cambio de régimen.

El creacionismo democrático ha servido como ideología para justificar los ataques al INE y otras instituciones electorales. En los foros sobre la reforma política, algunos legisladores de Morena propusieron eliminar candados contra la manipulación de los resultados electorales, porque según ellos se han vuelto innecesarios. Para ellos, la auténtica democracia que impera en México desde 2018 justificaría incluso que el gobierno organizara las elecciones con el fin de reducir costos.

En su libro, Córdova y Núñez desmantelan una a una las falacias del creacionismo democrático. Pero si quedara alguna duda, basta con revisar el informe del proceso de verificación de firmas de apoyo ciudadano para la revocación de mandato. Muestra cómo la democracia depende de controles institucionales independientes y que, en ausencia de estos, el partido en el gobierno conseguirá manipular resultados electorales de acuerdo con sus intereses.

Morena no es la excepción. Ha buscado por todos los medios usar la figura constitucional de revocación de mandato para que el presidente López Obrador sea objeto de una “consulta ratificatoria” con el fin de reenergizar su gobierno. Veían en la app desarrollada por el INE con el fin de verificar la autenticidad de las firmas de apoyo ciudadano un obstáculo para conseguir su propósito.

Presionaron primero al Instituto Nacional Electoral para que su uso no fuera obligatorio y les permitieran emplear los formatos impresos en papel en todo el país. Así, la autoridad electoral quedaría sin la capacidad de asegurar que las firmas de apoyo fueran auténticas. El formato de papel permite que el robo de identidad para fines electorales pase sin ser detectado. El INE se mantuvo firme, pero el Tribunal Electoral cedió. Los resultados han quedado al descubierto.

El INE dio por “verificadas” 3.5 millones de firmas de apoyo, 1.1 millones capturadas con la app y 2.4 millones en formatos de papel. Morena solo necesitaba 2.8 millones para seguir adelante con la revocación de mandato.

Pero de acuerdo con una encuesta a domicilio que el INE realizó por mandato de ley, el 25% de los apoyos fueron fraudulentos. El ejercicio se realizó a una muestra aleatoria de 850 ciudadanos seleccionados entre aquellos cuyas firmas fueron verificadas por el Instituto Nacional Electoral. Uno de cada cuatro de los que contestaron la entrevista negaron haber dado su apoyo a la revocación de mandato. Antes, el INE ya había descartado casi 1 millón de apoyos (el 21%) por diversas irregularidades cometidas por los promotores de Morena.

La consulta revocatoria del presidente López Obrador llegará precedida de una simulación masiva basada en el uso ilegal de datos personales. Pero que nadie se llame a sorpresa en el Tribunal Electoral, el informe del INE no es otra cosa que la crónica de un fraude anunciado.

*Profesor del CIDE.

Twitter: @BenitoNacif

Benito Nacif

El Dr. Benito Nacif es profesor de la División de Estudios Políticos del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Fue Consejero Electoral del Instituto Nacional Electoral (INE) del 2014 al 2020 y del Instituto Federal Electoral (IFE) del 2008 al 2014.

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