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Opinión

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¿Cómo afecta la crisis europea a México?

Después de una breve estancia en Alemania, Francia e Italia, donde constaté que el europeo –o al menos la mayoría de la población- no cae en la cuenta de la gravedad de la situación y a los políticos lo único que les interesa es la siguiente elección, regresé convencido que la probabilidad de que ocurra algo realmente grave es muy alta.

En efecto y sólo mencionando los últimos eventos, queda claro que el mercado está convencido de que Grecia no pagará su deuda y de que Alemania hace poco para resolver el problema.

Esto resulta sorprendente pues si alguien ha usufructuado la Unión Europea y el euro es, precisamente, Alemania.

Sin embargo, dada la política interna en ese país -y, ciertamente, también en los demás-, la perspectiva de las diversas soluciones propuestas (los eurobonos, el aumento sustancial del fondo de apoyo, la quita de deuda de al menos de 50%, etcétera) es casi nula.

Peor aún: dadas las características políticas, demográficas e históricas de los países europeos, no se ve cómo se puede tener un crecimiento sano en países como Italia o España.

Aparte de lo anterior, las políticas de austeridad exigidas a los países en problemas demuestran la ceguera y obcecación de ciertos sectores económicos.

Esto significa que, por años, se vivirá al borde de una crisis, si es que se consigue evitar la presente situación. Y esto sería un buen escenario, ya que si un país como Italia no se pudiera sostener, la reacción en cadena sería devastadora.

AMÉRICA Y ASIA

Aunado a lo anterior, Estados Unidos se encuentra inmerso en un momento histórico crucial. No sólo la economía está al borde de una nueva recesión sino el mismo sistema se encuentra en entredicho por el surgimiento de un sector fundamentalista y fanático para el que la negociación política no existe.

En la etapa actual, la crisis se va extendiendo a los países en desarrollo. Los admiradores de China creen que este país puede ser el salvador del planeta sin darse cuenta de que la conversión de su economía al mercado interno es un salto mortal que, de no realizarse, puede dañarla severamente.

Japón no lo consiguió y vemos las consecuencias: una población anciana y la muerte económica. China tendrá 450 millones de adultos mayores en 40 años. Otros países como India, Brasil, etcétera, ya empiezan a resentir las consecuencias de la disminución del ritmo económico, tanto en algunos precios de sus productos como en el contagio financiero.

MÉXICO

Nuestro país pertenece al grupo de economías de peso, con un desarrollo nada despreciable aunque muy desigual. El manejo de su deuda ha sido admirable en los últimos años.

Sin embargo, sus fallas estructurales son significativas y no existe voluntad política para las reformas tan necesarias.

De hecho, el colapso de 1982 sigue pesando como loza en nuestra vida económica y política. Para empezar, el bono demográfico se ha perdido en parte.

Desde hace 30 años, nuestra economía ha resentido la brutal contracción ocurrida en plena explosión demográfica. Las cifras indican que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) por trabajador es el mismo que en 1960 y muestran la profundidad de nuestra crisis.

Millones de compatriotas tuvieron que abandonar el país. Si la economía de México ya era subordinada, se volvió completamente dependiente ya que el mercado interno -que de por sí no era vibrante- nunca se recuperó.

Es cierto que la clase media aumentó pero, en gran parte, ha sido por la influencia de factores, como la estabilidad financiera, que en un momento dado pueden desaparecer. Los primeros efectos de la crisis europea ya se hicieron notar.

Dada la volatilidad de los mercados en Estados Unidos y en Europa las inversiones abandonan cualquier activo que no sean los bonos del Tesoro estadounidense aún cuando éstos ofrezcan un nulo rendimiento.

Esto genera una caída de todas las monedas respecto del dólar estadounidense, tal como lo vemos en México, uno de los muchos países donde la moneda se ha devaluado. Lo anterior puede presionar un alza de tasas de interés, lo que en medio del entorno deflacionario mundial representaría un golpe a la economía mexicana.

Además, una nueva recesión en Estados Unidos, inducida en parte por la crisis europea, sería devastadora para el país. Recordemos el 2009 con una caída de más de 5% del PIB.

Sobre todo, hay que tener presente que esta crisis va para largo. Presenciamos un proceso de desendeudamiento (en la jerga financiera de desapalancamiento) general de los países ricos, lo que genera la caída de la actividad económica y un entorno de deflación donde todos los precios se colapsan.

Todo esto ocurre en Europa y Japón dentro de un proceso brutal de envejecimiento que en 30 a 40 años alcanzará a los países en desarrollo como México.

*Esteban Martina es doctor en Física en la UNAM. Su interés principal ha sido la valuación y análisis de riesgo de activos financieros, especialmente opciones y otros derivados. Actualmente es socio director de PRO Consulting.

Comentarios y sugerencias en: emartina@mailprocp.com

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