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Brasil ve caer a su Pelé político
La decepción es el preámbulo del cincel con el que se destruye al coloso. O si se prefiere, la política no debe de ser un sector propicio para la expansión de fans. Luiz Inácio Lula da Silva se despidió de la presidencia brasileña el 31 de diciembre del 2010 con 80% de popularidad. Seis años después, 60% de los brasileños lo señala como ladrón.
No es el juez Sergio Moro quien lo tiene contra las cuerdas, sino la estrategia judicial que él construyó hace dos años para procesar el caso lava jato (lavado de autos), la cual está desgastando al coloso brasileño del Partido de los Trabajadores (PT) que desde la presidencia logró sacar de la pobreza a 30 millones de brasileños.
Tres tácticas tiene la estrategia de Moro: incentivar entre sentenciados la delación para disminuir penas por información; sancionar a empresarios antes que a políticos para blindar pruebas en contra de servidores púbicos y filtrar información a los medios.
La semana pasada, Marcelo Odebrecht, expresidente de la mayor constructora de AL, fue condenado a 19 años de prisión por un escándalo vinculado a Petrobras. Si Odebrecht se acogiera a la figura de delación y revelara nombres y apellidos de quienes dieron o recibieron sobornos por 60 millones de dólares a cambio de contratos, Dilma Rousseff estaría en riesgo de enfrentar un juicio político. Conviene no olvidar que de enero del 2003 a junio del 2005 Rousseff fue ministra de Minas y Energía en el gobierno de Lula, y que Moro investiga el desvío de 2,000 millones de dólares de Petrobras desde el inicio de siglo.
Horas después de que una orden judicial obligó a Lula a presentarse en una comisaría para declarar sobre presuntos beneficios que le otorgaría la red de corrupción en Petrobras, la presidenta Rousseff envió un mensaje a la sociedad brasileña de apoyo a su mentor así como un puesto público para ganar inmunidad.
Craso error de la mandataria brasileña, porque con su decisión reveló su falta de respeto a la división de poderes, tendencia evidente entre las personalidades políticas de la vieja izquierda que atraviesa el eje chavista.
Previamente, el exjefe de la Cámara de Senadores, Delcídio Amaral, del PT, fue detenido en noviembre por pertenecer a la red de corrupción de la petrolera. Amaral declaró que Lula y la actual presidenta sabían de los sobornos en Petrobras. No sólo eso. También confesó al juez Moro que Rousseff intenta obstaculizar la investigación judicial y que Lula ha tratado de distanciar a su hijo Fabio Luis del epicentro corruptor de Petrobras.
Los pataleos retóricos antiimperialistas de Lula, teniendo al presidente venezolano Nicolás Maduro como vocero, se disipan en el Poder Judicial brasileño.
El eje chavista también suma a la causa de lava jato. Joao Santana, el publicista hacedor de imágenes como la de Chávez, Maduro, Lula, Funes (El Salvador) o del dictador de Angola, José Eduardo dos Santos, está acusado de recibir sobornos de Petrobras superiores a los 7 millones de dólares.
Las piezas del ajedrez geopolítico latinoamericano se mueven con rapidez desde que los presidentes Obama y Castro anunciaran la reactivación de las relaciones diplomáticas de Estados Unidos y Cuba en diciembre del 2014.
Por lo que toca a México, también movió ficha a través de la Alianza del Pacífico, una especie de OTAN comercial, que, junto a Colombia, Perú y Chile, creó para frenar la tensión y expansión del eje chavista hasta la frontera con Estados Unidos. Las visitas que hará Obama a Cuba y a Argentina la próxima semana acentuarán aun más el debilitamiento del eje chavista.
Entre los 3 millones de brasileños que salieron a las calles de 400 ciudades el pasado domingo para pedir la dimisión de Dilma Rousseff, el periódico argentino La Nación mostró una fotografía en su edición impresa del lunes en la que una brasileña enseña un cartel que revelaba lo siguiente: Menos Venezuela, mais Argentina .
Los cinceles apuntan hacia el coloso Lula y la actual presidenta. Ellos argumentan un complot. El juez acumula pruebas.
Brasil ve caer a su Pelé político; a su Ayrton Senna del Partido de los Trabajadores.