AMLO, difícil equilibrio

El próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador tendrá que buscar mantener un muy difícil equilibrio.

Por un lado tendrá que comenzar a cumplir lo más rápido posible las ofertas de campaña que hizo.

En otras palabras, tendrá que administrar las elevadas expectativas que generó entre los millones de mexicanos que votaron por él, para no dilapidar su notable capital político.

Y por otra parte, tendrá que respetar la estabilidad macroeconómica, tener un manejo fiscal prudente, no elevar la deuda y no elevar el déficit.

So riesgo de que la calificación crediticia del gobierno mexicano sea castigada por las calificadoras internacionales.

¿Votantes o calificadoras?

O sea que el próximo presidente de México tendrá que mantener el equilibrio para no decepcionar a sus votantes y tampoco decepcionar a las agencias que califican el riesgo crediticio del gobierno mexicano.

Por eso mantener el equilibrio será todo un reto.

El poder desgasta en la medida en que se incumplen las ofertas de campaña.

Ésa es una realidad inexorable para cualquiera que ocupa la Presidencia de la República.

Para cumplir las ofertas de campaña cualquier gobierno necesita recursos económicos.

Los recursos presupuestales del gobierno mexicano son limitados; es decir, son escasos y la mayoría ya están etiquetados.

De ahí la dificultad para el nuevo gobierno.

¿Por qué? Porque en su oferta de campaña habló de no aumentar la deuda ni aumentar impuestos.

Y eso está bien. El problema es que necesitará mucho más recursos de los que dispondrá para cumplir con las ofertas de campaña y los numerosos proyectos sociales y de infraestructura que ha planteado.

La intención de contar con más recursos económicos en virtud de las políticas para abatir la corrupción y ejercer una política de austeridad republicana, por más que quieran ponerse números, lo cierto es que en ambos casos las cifras resultantes son probables, no hay seguridad de que se alcancen en la magnitud que se está pensando.

Fortaleza macro

Y en la medida en que cualquier gobierno cumple o incumple con los estándares mínimos de responsabilidad económica, su evaluación puede variar positiva o negativamente con las consecuencias correspondientes en la tasa de interés que paga por sus créditos.

Hasta ahora, López Obrador se ha beneficiado de la fortalezca macroeconómica alcanzada en los últimos años.

Es la misma que ha permitido sortear los más severos choques externos.

El mensaje de confianza que ha enviado el virtual presidente de México ha ayudado a que la transición se esté registrando sin mayores sobresaltos.

Sin embargo, en la extraordinaria e inédita actividad que ha tenido el inminente nuevo jefe del Ejecutivo se han hecho anuncios de obras de infraestructura, políticas públicas y nombramientos que han preocupado a las agencias calificadoras.

Ruta energética, la duda

La advertencia general es que un cambio radical en la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, como por ejemplo su cancelación; o cambios en la política energética, como el cumplimiento de la oferta de campaña de cancelarla, podría derivar en un impacto negativo en la perspectiva y en el nivel de riesgo soberano del país.

Hasta ahora, ya son varias las calificadoras y firmas financieras las que han advertido sobre riesgos de cumplirse algunas de las propuestas lópezobradoristas, como por ejemplo la construcción de una refinería.

Ayer la agencia calificadora HR Ratings anticipó que un cambio de rumbo en la reforma energética y medidas negativas en torno al nuevo aeropuerto internacional podrían afectar la confianza de los mercados y desalentar el flujo de inversión privada, necesaria para complementar la inversión pública e incrementar el gasto social, mientras se mantienen prácticas sanas en la política fiscal.

A la calificadora le preocupa específicamente la anunciada construcción de refinerías y la intención de aumentar la producción de petróleo y el riesgo de que estas propuestas serán contradictorias con la actual reforma energética.

Además, le preocupan los programas para fomentar el empleo de jóvenes y las pensiones para adultos mayores.

En resumen, lo que preocupa no sólo a HR Ratings sino a las empresas que evalúan el riesgo crediticio es la probabilidad de que el próximo gobierno se desvíe del camino de la prudencia fiscal. Ojalá que no ocurra. Al tiempo.

ATISBOS

AVIÓN. Muy extraña la propuesta de compra del avión presidencial que hizo el empresario Gustavo Jiménez Pons, quien ofrece 1,900 millones de pesos. Pero más allá de lo anecdótico, lo que queda claro es que la cifra de 7,500 millones de pesos que mencionó el hoy presidente electo, no tuvo fundamento. El precio total, ya incluido el equipamiento ronda los 3,000 millones de pesos.