Bolshoi abre de nuevo

Moscú. Tras seis años de restauración, el Teatro Bolshoi en Moscú se encuentra a pocos días de la que sin duda será una fastuosa reinau­guración. Frágiles gobelinos fueron desmantelados y retejidos hilo por hilo; se reparó hasta la más minúscula vena en las hojas de guirnaldas de fina yesería, y largamente escondidos trozos de mármol veneciano se descubrieron y pulieron. Ningún esfuerzo resultó excesivo, ningún detalle insignificante.

Como dirigidos por la batuta de un maestro, cada pincelada, golpe de delicado martillo o cuidadoso movimiento de aguja se elevan con emoción hasta alcanzar un éxtasis de profundo terciopelo rojo y reluciente oro. El Bolshoi siempre pudo llamarse hermoso. Ahora, faltan los superlativos.  

Se exige que cada visitante se coloque botas especiales, pues los pisos deben estar inmaculados para el concierto de reinauguración del 28 de octubre.

La historia del Bolshoi es de magnitud operática. Es mejor conocida como la sede del máximo ballet y compañía de ópera de Moscú. Fue fundado en 1776. El edificio se quemó en 1805 y fue dañado por otro incendio en 1853. En la Segunda Guerra sobrevivió a una bomba nazi.

Cuando cerró para reparaciones en el 2005, el gobierno descubrió, aterrorizado, que los cimientos se estaban desmoronando. Por ello, el presupuesto original se ha multiplicado 20 veces hasta los 800 millones de dólares y el doble de tiempo, pero todas las indicaciones apuntan a que habrá valido la pena.