Saber esperar, necesario para una inversión exitosa

Cuando uno siembra una semilla, debe esperar a que la planta germine, crezca y madure lo suficiente como para poder rendirnos frutos. En ocasiones, pasan varios años para que esto suceda.

Lo mismo pasa con las inversiones. Cuando uno compra acciones de una empresa, uno está participando en un plan de negocios que puede llevar años en madurar. Ese plan puede ser exitoso y rendirnos frutos muy jugosos. Pero también puede fallar. Nunca debemos olvidarnos que también existe esta posibilidad. La planta puede haber crecido torcida y darnos frutos amargos.

Ahora bien, durante el tiempo en que tarda la semilla en crecer y madurar para estar en posibilidades de ofrecernos sus frutos, tenemos que cuidarla. Hay que regarla, ponerle abono para que crezca mejor y eliminar las plagas que tratarán de alimentarse de ella. Lo mismo tenemos que hacer con nuestras inversiones: no es simplemente comprar una acción y olvidarnos de ella por años. Tenemos que cuidar nuestro portafolio y hacer los cambios que sean necesarios.

Lamentablemente el enfoque de muchos inversionistas y corredurías es de muy corto plazo y muy estrecho.

Únicamente ven las utilidades que generó la empresa en el trimestre o si las mismas quedaron arriba o por debajo de lo que el mercado esperaba. Con esa información toman decisiones de compra y venta, lo que les hace perder la perspectiva.

Los inversionistas que saben esperar y que tienen visión de largo plazo suelen aprovechar esto, ya que representan oportunidades de incrementar sus posiciones en una empresa en que creen que será exitosa.

Pero también puede suceder lo contrario. Puede ser que en un momento determinado una empresa haya dado resultados maravillosos, generando un crecimiento extraordinario en el corto plazo, con base en deudas, sacrificando con ellas la viabilidad de su plan de negocios a largo plazo. Esto es muy común. La misión principal de los directores generales es incrementar el valor de las acciones de su compañía. Y en ocasiones, para lograrlo, también pueden perder la perspectiva.

Como he escrito ya en muchas ocasiones: largo plazo no significa mantenerse todo el tiempo invertido, ni en los mismos instrumentos. Largo plazo es un horizonte de inversión, nada más.

Lo que quiero decir con esto es que no tiene tampoco mucho sentido mantenerse invertidos en una empresa que no ha dado lo que esperábamos de ella. Como ya mencioné, en ocasiones los planes de negocio pueden no ser exitosos y no rendir los frutos deseados. O pueden ser amargos.

Saber esperar es, entonces, todo un arte. Es saber reconocer cuando las cosas marchan bien, aunque otros no lo vean. Pero también es saber distinguir cuando las cosas van mal y entonces saber abandonar una posición a tiempo.

El filósofo alemán Friedrich Nietzsche tenía una frase que, en mi opinión, lo ilustra todo: La pasión no sabe esperar. Lo trágico de la vida de los hombres estriba frecuentemente en no saber esperar. Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado .

¿Qué podemos hacer?

Invertir suena muy difícil, como todo un arte. Seguramente esto a muchas personas podrá asustarlas: pensar que invertir no es para ellos.

Nada más alejado de la realidad. Precisamente por esto a la mayoría de las personas se les recomienda mantener una estrategia pasiva y de largo plazo. Es decir: invertir en instrumentos que repliquen a los índices accionarios (un fondo de inversión indizado, o ETFs como el NAFTRAC02).

Esto les garantiza tener una cartera diversificada de las empresas mejor posicionadas y con más interés de los inversionistas en el mercado, lo cual les permite obtener los rendimientos del mercado que, aunque con cierta volatilidad, a largo plazo (más de 10 años) tienen una alta probabilidad de éxito. Sobre todo aquellos que invierten una cantidad fija cada mes en un ahorro para su retiro; sin olvidar desde luego su nivel de tolerancia al riesgo.

Te invito a que me envíes tus preguntas, dudas y comentarios a través de mi página en Internet: www.planeatusfinanzas.com