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Consumo privado rebotó en junio, pero no evitó saldo rojo semestral

Creció 0.8% y rebasó las expectativas del Inegi, pero en el acumulado de los primeros seis meses del año descendió 0.5 por ciento.

Octavio Amador

En junio el consumo privado de las familias mexicanas creció 0.8% en comparación con mayo, con lo que repuso gran parte del terreno perdido dicho mes, cuando descendió 0.9%, muestran las cifras del Indicador Mensual del Consumo Privado (IMCP) difundidas este jueves por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

El desempeño del indicador resultó mejor que lo esperado por el Inegi, pues a mediados de agosto su estimación oportuna apuntaba a una expansión de solo 0.3 por ciento.

En su comparación interanual, el consumo privado fue 1.1% superior al nivel de junio del 2024, con lo que volvió a terreno positivo luego del tropiezo de 0.4% que tuvo en mayo.

La mejora mensual de junio no impidió, sin embargo, que el indicador registrara un descenso para el período enero-junio de 0.5%, que contrasta con el avance de 4.1% del mismo período del 2024 y resulta la primera retracción semestral desde el pandémico 2020, cuando se desplomó 10.6 por ciento.

El repunte mensual del consumo fue detonado por un sorpresivo aumento de 4.9% en el renglón de compra de bienes importados, que contrastó con el estancamiento en la compra de bienes y servicios de origen nacional.

El repunte en el consumo de bienes importados se reflejó en una expansión anual de 4.4%, que rompió una racha de seis meses de caídas, en un contexto en el que el gobierno mexicano ha implementado acciones para sustituir importaciones y elevado la fiscalización sobre importaciones realizadas a través de plataformas de comercio electrónico.

Sin embargo, para analistas de Monex, el repunte del consumo de bienes importados puede estar asociado con las políticas arancelarias de EU, que habrían conducido cambios transitorios en los patrones de consumo. 

“En los resultados de junio, el consumo mostró una modesta resiliencia, principalmente en los bienes y servicios de origen nacional. Además, se observó un fuerte repunte en el consumo de bienes importados; sin embargo, este podría estar relacionarse a las políticas arancelarias de Estados Unidos, como un gasto anticipado ante un posible incremento en los precios de bienes”, afirmaron en un reporte Janneth Quiroz y Rosa Kantún economistas del Grupo.

La ralentización del consumo ocurre en un escenario de desaceleración del empleo formal y la atonía en la confianza del consumidor, aunque en contrapunto se ha mantenido la recuperación del poder adquisitivo, vía aumentos salariales y se incrementó la dispersión de programas sociales, al incorporarse algunos de reciente creación en el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum.

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Octavio Amador

Editor de Empresas y Negocios en El Economista

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