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China ya es la segunda economía del mundo
En días recientes, se anunció el PIB de Japón al segundo trimestre del 2010. La tasa trimestral fue de 0.4%, cuando el mercado apostaba por 2.3 por ciento.
En días recientes, se anunció el PIB de Japón al segundo trimestre del 2010. La tasa trimestral fue de 0.4%, cuando el mercado apostaba por 2.3 por ciento.
Esto por sí mismo, fue motivo de preocupación para los mercados, pues se confirman los temores por una desaceleración económica global.
Además, las inquietudes se agrandan para el país nipón si se considera que durante el tercer trimestre, el yen ha logrado su nivel más fuerte frente al dólar en los últimos 15 años, lo que resta competitividad a sus exportaciones, una de las fuentes más relevantes para el PIB de ese país.
Sin embargo, con dichos datos, a partir del segundo trimestre del 2010, presenciamos cómo China arrebata el segundo lugar a Japón entre las economías más grandes del mundo.
Al cierre del 2010, el PIB de China sumará US5.4 billones, arriba de los US5.3 billones de Japón.
Por supuesto que con una crisis de grandes magnitudes en 1999 (caracterizada por prolongadas deflaciones), Japón se ha venido rezagando y el hecho de que China lo rebasara era algo previsible desde hace varios años. Más allá de lo simbólico del caso, cabe reflexionar sobre las probables implicaciones del ascenso de China.
Por ejemplo, la historia muestra que después de una apertura económica, también suceden cambios políticos.
Es difícil prever cuándo y cómo se darán esos cambios en China, pero es un hecho que la vigilancia sobre dicho país recae cada vez más en la atención a los derechos humanos y laborales (que por cierto incidirán en la inflación mundial).
Además, el balance del poder global es un tópico que no toma por sorpresa a la aún superpotencia, Estados Unidos.
Desde hace más de una década, la Unión Americana inició una política de acercamiento hacia China para discutir temas que van desde el cambio climático hasta la cooperación con la región asiática, pasando por la artificial debilidad del yuan y el comercio entre ambas naciones.
Esta agenda bilateral tenderá a ensancharse en las próximas décadas. De hecho, bajo ciertos supuestos, es muy probable que hacia el 2025 China iguale a Estados Unidos en el tamaño de su PIB.
La sola decisión sobre el yuan puede conllevar a una nueva etapa en el comercio internacional.
El yuan debería ser más fuerte por las entradas de capital extranjero que China ha recibido. Mantener artificialmente débil al yuan ha permitido China que sus exportaciones sean baratas. Por ende, la reevaluación del yuan llevaría a varios países a recobrar competitividad en sus exportaciones.
Finalmente, vale la pena ver el caso de China con un enfoque proactivo.
Tradicionalmente, los mexicanos nos hemos sentido amenazados por los chinos. Las impresionantes cifras de esa economía justifican, en algo, dicha lógica.
No obstante, hay muchos otros países e incluso empresas mexicanas que han dejado de ser meramente defensivos, y han sumido un rol más dinámico.
Es cierto, buena parte de la base de competitividad china recae en su amplia disponibilidad de mano de obra y una moneda manipulada, pero la realidad es que hay muchas corporaciones y hasta países que han logrado encontrar ventajas sobre el crecimiento del gigante asiático.
Empresas multinacionales ven en la creciente clase media china una oportunidad inigualable y otros más, son proveedores de una nación con apetito por materias primas y artículos más sofisticados.
Además, China es una fuente de liquidez para los mercados financieros dados los flujos de capitales de los que son receptores. Es momento que México repiense su estrategia sobre China y abandone el miedo.
*Luis Flores es economista senior Ixe Grupo Financiero. Su opinión no representa necesariamente la posición de la institución.