“Creer” no está de moda, pero como hace falta

Creer está en desuso; para los ortodoxos resulta inútil y para los dictadores, innecesario;y para casi todos si no tiene que ver con algo que nos deje dinero es casi un caso perdido. Bueno, pues hasta en cualquier encuesta el resultado de no cree siempre tiene un porcentaje alto.

Hoy el tercer grupo religioso más grande del mundo es el que no cree en ningún Dios, 90% de los europeos dice que no cree en sus políticos y gobernantes; en México, cuatro de cada 10 personas no cree en la reforma fiscal y tres de cada 10 que no cree vivir en la democracia. Aunque hay cosas de las que todavía pensamos que no nos pueden defraudar, a veces demasiado banales, inútiles para la cotidianidad y hasta imprácticas. Messi nos hace creer que una gambeta nos puede hacer el día, Barcelona, de Guardiola, que jugar excelente puede ir asociado con el éxito, que incluso un caño nos invita a pensar que ir al estadio siempre es útil aunque para llegar a verlo hay que acudir al menos un par de veces.

Afortunadamente en todos los ámbitos siempre uno se encuentra con un tipo que piensa que siempre es posible una locura. Hay quien lo ha reflejado en el negocio del barrio, en la empresa que ahora factura miles de millones, el que ha tirado penales a lo Panenka o quien se ha aventado desde la estratosfera en caída libre; a algunos ni siquiera se les publica una breve en el diario local y hay a quienes sus hazañas se transmiten a nivel mundial y en más de cinco idiomas.

Uno de esos tipos es Gustavo Matosas. A él le toca hacerla de entrenador, y como un acto de fe se ha convencido de que su ruta es la adecuada. Lo ha llevado desde el fracaso hasta la gloria del fin de semana con León. Con Querétaro lo despidieron (injustamente) con las mismas formas que el domingo le coronaron y que hace seis meses lo tenían como uno de los peores de la Liga. El entrenador de los ahora campeones el futbol mexicano es de los que tienen muy de cerca las cámaras de televisión.

Eso de creer no se monetiza fácilmente y también es verdad que eso no tiene que ver con dinero sino con convicciones, no se compra ni en rublos, ni en euros, ni dólares o libras, aunque muchos quisieran adquirirlo al precio que fuera. Hoy se habla de crecimiento siempre y cuando haya una cifra, un dato que lo respalde; pero esto no es de números, es de sensaciones, de convicciones.

León ha apostado a un compromiso con la gente que ha comprado un boleto para mirarlo, los respeta y por eso juega para los que lo admiremos.

Dar espectáculo ha sido un requisito para el club. Pero eso es de Matosas, quien ha logrado construirse un imperio en la fe sobre lo que considera que es correcto. Creer no está de moda, pero mire que como nos hace falta...