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Bistronomie

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Receta de bolillo casero: el pan que México adoptó y transformó

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Aunque nació como una adaptación del pan blanco europeo, el bolillo encontró en México su identidad propia. Hoy es uno de los pilares de nuestra gastronomía diaria.

Diego López

El bolillo no es un invento mexicano, pero México lo hizo suyo. Este pan blanco, de corteza crujiente y miga suave, tiene su origen en el pan baguette francés o en variantes similares traídas por panaderos europeos durante el Porfiriato. De hecho, fue en ese periodo —cuando se impulsaron escuelas de panadería al estilo francés— que el bolillo comenzó a hornearse en los hornos nacionales.

A diferencia de la baguette, que es larga y delgada, el bolillo se acortó, se redondeó ligeramente y adquirió una hendidura al centro, lo que facilitaba su cocción y le daba una textura más blanda en el interior. Es un pan más pequeño, adaptable al desayuno, la comida y la cena del mexicano promedio, y más versátil para taquear, rellenar o acompañar guisos.

Un pan con identidad nacional

En lugar de mantequilla o aceite de oliva, como en muchas recetas europeas, el bolillo mexicano se volvió más austero, elaborado solo con harina, agua, levadura y sal. En cada panadería de barrio se le da una identidad distinta: hay bolillos más aireados, otros más densos, algunos de corteza casi dorada, otros más pálidos. En el norte se le llama birote y en Guadalajara incluso existe el “birote salado”, cuya masa es fermentada con cerveza.

Hoy, es impensable imaginar la gastronomía popular sin bolillos: sirven para hacer guajolotas, pambazos, tortas ahogadas o simplemente para acompañar un plato de frijoles de la olla o un café con leche. Es el pan del pueblo, económico, cotidiano, y omnipresente.

El Economista

Receta de bolillos caseros (6-8 piezas)

Ingredientes:

  • 500 g de harina de trigo (de fuerza o panadera, preferentemente)
  • 10 g de sal
  • 7 g de levadura seca activa (o 20 g de levadura fresca)
  • 300 ml de agua tibia (aproximadamente)
  • 1 cucharadita de azúcar (opcional, para activar la levadura)

Preparación:

  • Activa la levadura:

Mezcla la levadura con el azúcar y un poco del agua tibia. Deja reposar por 10 minutos hasta que burbujee.

  • Haz la masa:

En un bowl grande, mezcla la harina con la sal. Agrega la levadura activada y el resto del agua poco a poco, mientras amasas. Cuando la masa se despegue de tus manos y esté suave, amasa por 10-15 minutos más hasta obtener una textura elástica y homogénea.

  • Primera fermentación:

Cubre la masa con un trapo húmedo y deja reposar en un lugar cálido durante 1 a 1.5 horas, o hasta que doble su tamaño.

  • Forma los bolillos:

Divide la masa en 6 a 8 porciones iguales. Dales forma ovalada alargada, dejando los extremos un poco más puntiagudos. Haz un corte longitudinal profundo con un cuchillo afilado o navaja.

  • Segunda fermentación:

Coloca los bolillos en una charola enharinada o con papel encerado. Deja que fermenten nuevamente 30-40 minutos, tapados con un trapo.

Hornea:

Precalienta el horno a 220 °C. Introduce un recipiente con agua en la parte baja del horno (para generar vapor y lograr la corteza crujiente). Hornea los bolillos durante 20 a 25 minutos, hasta que estén dorados y suenen huecos al golpear la base.

Enfría:

Retíralos y deja enfriar sobre una rejilla. ¡Disfruta con frijoles, mantequilla, mole o lo que tengas a la mano!

¿Pan artesanal o pan de guerra?

En tiempos donde se debate sobre el pan artesanal, el bolillo sobrevive como un pan de batalla, asequible y rendidor. Y aunque las grandes panificadoras lo industrializaron, todavía hay miles de panaderías en México donde se hace a mano cada madrugada. 

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