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Bistronomie

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Flan napolitano, la receta más fácil de uno de los postres más querido de México

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El flan napolitano pasó de ser un postre europeo de convento a convertirse en clásico de las mesas mexicanas. Aquí te contamos su historia, curiosidades y la receta más fácil para hacerlo en casa.

Miriam Lira

En la mesa mexicana hay postres que no necesitan presentación, solo una cuchara. El flan napolitano es uno de ellos: suave, brillante, con caramelo ámbar y un sabor que se queda en la memoria. Parece sencillo, pero detrás de esa textura sedosa hay una historia que cruza siglos, técnicas y fronteras, hasta convertirse en uno de los postres caseros más queridos del país.

El origen del flan se remonta al Imperio Romano, cuando se preparaban mezclas de leche y huevo cuajadas a fuego suave. Con el paso del tiempo, la receta viajó por Europa y se transformó en diferentes versiones: el crème caramel francés, el flan español y las variantes italianas que inspirarían lo que hoy llamamos “napolitano”.

En la Nueva España, los conventos fueron clave para adoptar y adaptar estas preparaciones. Las monjas utilizaban huevos, leche y azúcar para crear postres que se servían en fiestas religiosas y banquetes de la élite. El flan se volvió popular porque era rendidor, no requería técnicas complicadas y permitía aprovechar ingredientes básicos en una época sin refrigeración.

Del convento a la cocina mexicana moderna

Aunque el flan ya se comía en México desde el siglo XVI, el flan napolitano como lo conocemos hoy se consolidó en el siglo XX. La llegada y popularización de la leche condensada y la leche evaporada cambiaron las reglas del juego: estos productos alargaban la vida de los lácteos y daban al flan una textura mucho más cremosa, uniforme y estable.

En recetarios de los años 40 y 50, el flan napolitano se presentaba como un “postre moderno”, ideal para las nuevas cocinas urbanas. Se preparaba en moldes grandes para compartir en familia o en fiestas, y poco a poco se hizo habitual en fondas, restaurantes y menús del día. 

Detrás de este postre tan cotidiano hay detalles curiosos. El nombre “napolitano” no significa necesariamente que venga de Nápoles, sino que alude a la influencia italiana en las versiones más cremosas y ricas en lácteos. En la Europa medieval se consideraba que el flan era un alimento “reconfortante”, capaz de equilibrar el cuerpo según la teoría de los humores.

El Economista

Cómo hacer flan napolitano

Ingredientes:

1 taza de azúcar (para el caramelo)

1 lata de leche condensada

1 lata de leche evaporada

1 paquete de queso crema (190 g), a temperatura ambiente

4 huevos

1 cucharada de esencia de vainilla

Procedimiento:

Paso 1: el caramelo, el primer secreto

En una sartén limpia, coloca la taza de azúcar a fuego medio. No la mezcles con cuchara; deja que se vaya derritiendo poco a poco. Cuando comience a tomar un color ámbar, gira la sartén suavemente para homogeneizar. El punto ideal es un dorado profundo, con aroma intenso, pero sin llegar a quemarse.

Vierte de inmediato el caramelo en el fondo de un molde para flan o un molde metálico redondo. Inclina el molde con cuidado para cubrir la base y, si es posible, parte de las paredes. Deja que se enfríe y endurezca mientras preparas la mezcla.

Paso 2: la mezcla napolitana

En la licuadora, coloca la leche condensada, la leche evaporada, el queso crema, los huevos y la vainilla. Licúa hasta obtener una mezcla completamente tersa, sin grumos de queso ni restos de huevo.

Si quieres una textura todavía más fina, puedes pasar la mezcla por un colador antes de verterla en el molde. Este paso no es obligatorio, pero ayuda a conseguir un flan más liso.

Paso 3: el baño María, cocción suave y pareja

Vierte la mezcla sobre el molde caramelizado. Cúbrelo bien con papel aluminio, sellando las orillas para evitar que entre agua.

Coloca el molde dentro de una charola honda o una olla apta para horno. Añade agua caliente hasta cubrir aproximadamente la mitad de la altura del molde. Lleva al horno precalentado a 170 °C.

El flan debe hornearse entre 60 y 70 minutos. Sabrá que está listo cuando al mover ligeramente el molde el centro se vea firme, pero con un leve movimiento tipo gelatina. Si insertas un palillo, debe salir casi limpio, con uno o dos restos de crema, no líquido.

Paso 4: el reposo, el paso que no se puede saltar

Saca el molde del horno con cuidado y deja que se temple a temperatura ambiente. Después, lleva el flan al refrigerador por lo menos 4 horas; lo ideal es dejarlo toda la noche. Este reposo permite que termine de cuajar y que el caramelo se mezcle con los jugos del flan, creando esa salsa brillante que lo caracteriza.

Para desmoldar, pasa un cuchillo fino por las orillas del molde, coloca un plato grande encima y voltea de un solo movimiento firme. El flan debe desprenderse y el caramelo cubrirá la superficie como un espejo ámbar.

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Miriam Lira

Periodista gastronómica. Ha colaborado en medios como Reforma, Uno Tv, Revista Fortuna, Contralínea, El Universal, Food and Travel y El Heraldo de México, en donde fundó en 2017 Gastrolab, ganador de Mejor Medio de Comunicación gastronómica en 2023 por Vatel Club México. Ganadora de la beca Women Deliver 2019.

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