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Arte e Ideas

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Por si hiciera falta librar otra batalla

El ideario político de Benito Juárez no ha perdido actualidad. Y en los días que corren, si es posible, la tiene más , diría Henestrosa.

Las jacarandas ya no son las mismas. No tienen el esplendente follaje de hace tiempo. Azulean menos y cada vez son más moradas. La primavera tampoco se está quieta. Su principio no se celebra hoy, como siempre había sido. Entró con todo y su equinoccio, ayer, día 20 y no 21. Como el cumpleaños de mi madre, pero al revés. Que siempre había sido ayer… pero hoy resulta que es hoy (celebra su cumpleaños hoy jueves y cada vez la quiero más, si es que fuera posible). Todo cambia sin piedad y no hay remedio. Todo, menos Benito Juárez.

Juárez es probablemente uno de los personajes más polémicos de nuestra historia. Con una vida que muy bien podría ser material de novela o hasta guión cinematográfico. Un héroe que hubo de ganar muchas batallas y hacerse de cuantiosos enemigos. Pero también de incondicionales a su obra, sus palabras y a la vida de sus tiempos. Adeptos que hemos sabido esperar que acabe la maledicencia, la ignorancia y el desdén de los tiempos oscuros (y que, conste, siempre hemos sabido que la fecha de su nacimiento no cambia, aunque se celebre el tercer lunes de marzo como si de cualquier héroe gabacho se tratara).

Además de la leyenda encantadora –el pastorcito, la caminata legendaria con pies descalzos desde Guelatao-, la vida de Juárez ha sido objeto de textos de todo tipo y género. Plumas como la de Efraín Huerta en su poema de 1956 Avenida Juárez (Marchar hacia ninguna parte/ olvidado del mundo,/ ciego al mármol de Juárez y su laurel escarnecido/ por los pequeños y los grandes canallas); Pablo Neruda, con su Viaje por la noche de Juárez , y Rubén Bonifaz Nuño, que en su Principio para un canto a Juárez , le escribe: La boca de los pobres he tomado/ para decir quién eres tú. La boca/de los oficinistas, los poetas,/ los sembradores, los obreros, los astrónomos./ Por tu memoria, hallan las manos/ de los hombres razón, lugar y tiempo.

Todo ello para no mencionar -justo cuando lo estoy mencionando- libros como Juárez, su obra y su tiempo de Justo Sierra, Juárez, el impasible de Héctor Pérez Martínez o el imprescindible Los caminos de Juárez de su paisano Andrés Henestrosa.

Y es que, también de Juárez, muy bien escribió Vicente Quirarte: En nuestra historia existen los héroes estéticos, aquéllos cuyas acciones se inscriben en la imaginación colectiva por sus fulgores cercanos a la leyenda: José María Morelos y Pavón, como protagonista de insólitas campañas militares; el oscuro personaje del pueblo conocido como El Pípila que prende fuego a la puerta de la Alhóndiga de Granaditas; los cadetes del Heroico Colegio Militar enfrentados a un ejército profesional, reúnen los atributos de los héroes que nimban nuestra historia con un aura donde a la hazaña agregan la belleza. (…) Pero existen también los héroes éticos, aquéllos cuya actuación es menos espectacular, pero que, a la larga, forma la parte más sólida de la moral de un pueblo. A esta categoría pertenece Benito Juárez .

Sobre su vida, pues, se puede leer mucho. Y gran admiración provocan las distintas etapas de su biografía, desde el niño que aprendió que nada sojuzga más que la ignorancia, hasta el defensor de la soberanía y creador de leyes. Sin embargo, habría que leer, ahora sí que como regalo de cumpleaños para Juárez, Apuntes para mis hijos. Un título sin adjetivos, un texto que no es un panegírico, no tiene pretensiones literarias, está escrito directamente por El Benemérito, solamente pretende hablar a su familia de su vida, no parece estampita de la papelería y tiene la redacción natural de sus escritos privados, no destinados a la publicitarse o a publicarse. En sus Apuntes... quiso referir la escueta verdad de sus orígenes, la historia de su vida despojada de la leyenda –y los chismes- que a partir del Plan de Ayutla, la Guerra de Reforma y la victoria contra la Intervención y el Imperio comenzaron a envolver su nombre.

Nada mejor que una lectura de provecho –o por lo menos tan insólita- para la primavera. Para celebrar los cumpleaños de ayer hoy y mañana sabiendo que lo único que no cambia es que el tiempo transcurre y todo lo transforma. Aunque Andrés Henestrosa al final del prólogo de Apuntes para mis hijos nos ofrezca un consuelo: El ideario político de Benito Juárez no ha perdido actualidad. Y en los días que corren, si es posible, la tiene más. Este libro viene ahora, por si hiciera falta librar otra batalla en favor de las instituciones republicanas. Todo fuera – y es- como eso.

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