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Arte e Ideas

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Los mensajes ocultos del Ariel

La 56 ceremonia del Premio Ariel fue una fiesta ?inusual y llena de demandas para lograr una industria cinematográfica equitativa.

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Desde el segundo premio de la noche se podía anticipar que sería una entrega del Ariel emotiva y distinta: Rodolfo Domínguez, mejor actor secundario por La jaula de oro, dio su agradecimiento no en español sino en tzotzil, la lengua del debutante. Después de que su traductor le ayudara, Rodolfo agradeció emocionado a Chiapas y a México en un español incierto y trabajoso.

No estoy seguro, pero si no fue la primera vez que algo así ocurre en el Palacio de Bellas Artes y en una de ceremonia del Ariel, no cabe duda de que fue algo inusual; quizá tan significativo para este país como que un oscareado como Mejor director hable en español.

Por otra parte, desde unos minutos antes los conductores Regina Orozco y Enrique Arreola ya habían asentado la otra característica que prevalecería durante la noche: el buen humor crítico y ácido.

Regina y Enrique dijeron con gran naturalidad el magnífico guión de Flavio González Mello, y sus críticas a la política y la economía del cine mexicano fueron recibidas con carcajadas. La mayor parte de los presentadores también lo hicieron con naturalidad y simpatía. Destacaron Juan Manuel Bernal y Luis Gerardo Méndez, quienes improvisaron estupendamente ante los problemas técnicos (el sonido fue la piedrita en los frijoles de la noche, o debiera decir las piedritas, pues no hubo un fallo sino muchos).

MENSAJES EXPLÍCITOS

En la ceremonia se mandaron muchos mensajes, en el guión, en los discursos de agradecimiento por los premios y en el discurso de la presidenta de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, Blanca Guerra.

Que se cumpla la ley de cinematografía , que el gobierno actual muestre hasta dónde llega su compromiso con la cultura, que los distribuidores y exhibidores sean solidarios con el cine mexicano y faciliten que llegue a más lugares y tenga más tiempo en pantalla para que las cintas puedan encontrar a su público , fueron algunas de las demandas de Blanca Guerra, quien también pidió la solidaridad de las televisoras.

Pero la actriz no sólo tuvo demandas. Esta es una fiesta , dijo y había muchas cosas que celebrar: las 126 películas producidas en el 2013 (desde 1959 no se hacían tantas) y el gran aumento de espectadores que tuvieron la películas mexicanas, de 4% en el 2012 a 30%, por ejemplo.

Y hubo otras causas de celebración. Como que más de las mitad de la películas producidas (76) fueran óperas primas (entre ellas, tres de las competidoras a Mejor película), lo que habla de apertura y apoyo.

Que en México ahora se hace cine sin censura. Roberto Fiesco (Quebranto, Mejor largometraje documental) recordó que un alto funcionario del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) le dijo que el Estado mexicano no tenía por qué apoyar películas de maricones , y Arturo Ripstein (Ariel de Oro) recordó haber dejado uno de sus nueve premios Ariel en el piso del escenario en protesta por un comentario similar.

Se celebró al Imcine actual que ha dado el apoyo, sin censura, para la producción. Pero Diego Quemada-Díez (la gran estrella de la noche, con nueve estatuillas para su película aunque a él no le tocara la de Mejor director) señaló oportunamente que el cine tiene apoyo, pero que hay otras disciplinas que no lo tienen.

Y en el mensaje más conmovedor de la noche, Quemada-Díez, al recibir la estatuilla a Mejor película para La jaula de oro, que cuenta las historias de tres migrantes de entre las 600 que tenía, hizo notar que su felicidad se debía en el fondo a la desgracia de miles de personas.

Son las parajodas de la vida, como decía mi abuelo , recordó.

DE URGENCIAS Y COMUNIDADES

La gente debe saber lo que está sucediendo en Río Santiago , dijo el realizador Eugenio Polgovsky al recibir el premio a Mejor corto documental por Un salto de vida.

Por el discurso de Polgovsky se puede inferir que algo terrible sucede con el uso del agua en ese lugar y que esto ha afectado, en apariencia desde los años sesenta, gravemente a la comunidad aledaña.

Se notaba que comunicar la dramática situación era algo urgente para el cineasta, e hizo lo más que pudo en su breve discurso... Pero ¿y los cuatro cortos documentales que no ganaron?

Al fin del desierto, B-Boy, Conversaciones de un matrimonio y La música silenciada retratan realidades mexicanas y dan mensajes al menos igual de importantes que poca gente conocerá.

Igualmente silenciosos quedarán los cortos de ficción, que por las pocas imágenes pasadas en la ceremonia parecían ser magníficos.

Mi sueño era ser famoso, y ahora estoy aquí, rodeado de estrellas de telenovela... , dijo Brandon López cuando subió al escenario a recibir su Ariel como Mejor actor por La jaula de oro, lo que desató las risas de la actriz Irene Azuela que le entregaba la estatuilla y de la comunidad cinematográfica presente.

...y de películas , añadió rápidamente el joven guatemalteco proveniente de una familia de escasos recursos, aunque ya había soltado la insinuación de que si bien la gente en México y Latinoamérica no suele ver cortos documentales ni va mucho al cine sí ve telenovelas.

Por otra parte, si bien se habló del aumento de espectadores de las cintas mexicanas no se habló de las principales responsables del fenómeno, Nosotros los Nobles y No se aceptan devoluciones, ni de que sólo la primera tuviera un nominado (Luis Gerardo Méndez) ni de que el público mexicano, como lo sigue demostrando en el 2014, claramente prefiere ver comedias ligeras.

Cabe preguntarse si realmente es un cine que no merece premios (ni nominaciones, vaya) y si la búsqueda de públicos del cine mexicano no debiera tomar más en cuenta, justamente, a los públicos.

Pero pese a las dudas, recuerdo que hace unos 10 años, en esta sala de redacción, después de mucho dudarlo y debatirlo, titulamos una reseña de una ceremonia como la del martes en la noche El Ariel, qué fea fiesta . Hoy no hay duda ni debate. Pese a todos los problemas previos y las exclusiones se puede decir: El Ariel, qué gran fiesta .

manuel.lino@eleconomista.mx

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