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Infonavit abre conversación sobre racismo y vivienda
Vivienda digna no es lo mismo que vivienda adecuada. Desde los escritorios de las instituciones se han tomado decisiones que abonan al racismo y la segregación sobre la manera de habitar. De esto se conversó este jueves en la 'Jornada Racismo y Territorio' en el Espacio Cultural Infonavit.

Foto EE: Eric Lugo
El derecho a la vivienda requiere por rigor la vindicación de otros derechos sin los cuales simplemente no será posible el acceso y la implementación de una vivienda digna, empezando por hacer un análisis crítico sobre las estructuras institucionales que perpetúan la discriminación y el racismo desde lo más profundo, con acciones que parecen inocentes pero que abonan a la segmentación de las poblaciones y a una estandarización de la vivienda que, por décadas, ha arrebatado toda posibilidad identitaria de las comunidades que las habitan.
Así quedó sentado en la mesa “Consecuencias del racismo estructural y sistémico”, como parte de la 'Jornada Racismo y Territorio' que este jueves se llevó a cabo en Espacio Cultural Infonavit, como un afán de la institución convocante, dijo su director general, Carlos Martínez Velázquez, de hacer una revisión autocrítica de prácticas racistas.
De esta mesa participaron Nashieli Ramírez Hernández, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México; Carla Escoffié, directora del Centro de Derechos Humanos de la Facultad Libre de Derecho de Monterrey, y Judith Bautista, integrante del Colectivo para Eliminar el Racismo.
Al hablar de “vivienda digna”, en la opinión de Carla Escoffié, se piensa desde las oficinas de instituciones públicas o privadas que solo será viable bajo un parámetro específico, una sola forma de habitar, a partir de una serie de materiales y tipologías que dignificarán la vivienda. Y ese, mencionó la ponente, ha sido y es uno de los pequeños grandes actos racistas y clasistas estructurales.
Es prudente, añadió Escoffié, “que reflexionemos sobre la diferencia entre vivienda digna y adecuada y, sobre todo, que se visibilice cómo históricamente el Estado mexicano fue agotando y destruyendo las tipologías de vivienda autóctona en nuestro país y, sobre todo, qué podemos hacer ahora para que las políticas de vivienda potencialicen esa diversidad de habitar y no reproduzcan, como sucedió por varias décadas, una sola idea de habitar”.
Al respecto, Judith Bautista instó a los representantes de la institución convocante, el Infonavit, a hacer introspección sobre “cómo están configuradas las tomas de decisión y quiénes ocupan los espacios fundamentales y a partir de qué alcance”.
Nashieli Ramírez, finalmente, dijo “cuando hablamos de racismo no estamos hablando exclusivamente de actitudes racistas individuales sino de un racismo estructural que provoca un déficit de derechos humanos, Cualquier indicador, ya sea de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, incluyendo el derecho a la vivienda, tiene un componente racializado”.
En conclusión, Carla Escoffié sugirió: “hay que pensar en mecanismos de política de vivienda que no solo reproduzcan, sino que mitiguen, reparen e incluso liberen a la vivienda de las formas de violencia instituciones”.
Visión de progreso desde el escritorio
A partir de los planteamientos de esa mesa inicial, resultó pertinente y oportuna la mesa “El camino de las ancestras. Las mujeres mayas que tejen resistencias”, con la participaron tres activistas mayas, la escritora y periodista Valeria Contreras, y las co-coordinadoras del colectivo Mujeres Mayas de Quintana Roo, Johana Pérez y Adriana Uex.
El turismo ha cambiado las dinámicas de los pueblos. Las comunidades mayas de la región se han visto obligadas a desplazarse por el boom del turismo en el país o han visto desplazadas las dinámicas que corresponden a sus lógicas comunitarias, fue uno de los señalamientos destacados, este en voz de Valeria Contreras.
Al respecto, Adriana Uex sumó: “cuando se habla del mundo maya, de la Riviera Maya, uno de los discursos que se utilizan es que estamos abandonados. Vean cuántos proyectos extractivistas hay ahora en nuestra región, porque nos los venden como un progreso y, al mismo tiempo, nos desplazan de nosotras mismas y de nuestros territorios. Por eso, nos preguntamos, a quiénes realmente nombramos expertas y expertos, ¿por qué la gente desde su blanquitud, que sí tiene acceso a un doctorado, son quienes siguen extrayendo nuestros conocimientos. Llegan, extraen y no hacen una compartición colectiva sino que los usan para su beneficio y se llevan el crédito de todos esos conocimientos”.
Valeria Contreras explicó que la palabra “maya” ha sido desvirtuada y hoy en día se articula en términos como Riviera Maya y Tren Maya. “Es muy doloroso ver cómo los trabajadores de comunidades ganan muy poquito por jornadas extenuantes de un megaproyecto que no se pidió. Muchos de los proyectos que se implementan en la Península de Yucatán no se basan en consultas. No le preguntan a los pueblos qué quieren en sus territorios y entonces no solo se reproduce ese racismo ambiental, sino el estructural y sistémico, en donde se sigue decidiendo por los pueblos”.
Y Uex retomó para concluir: “necesitamos que las personas que están en el poder generen las condiciones y cedan los espacios que no les corresponden (…) estamos cansadas de resistir y por eso estamos construyendo desde los pueblos y comunidades indígenas, porque no necesitamos que nos den voz, nosotras ya tenemos voz (…) no somos vulnerables, sino que nos están vulnerando, el sistema siempre nos ha vulnerado”.
Aquí puedes observar todas las mesas de la Jornada Racismo y Territorio