Empatía, un atributo que escasea

En los tiempos que corren, la empatía parece ser una cualidad humana que cada vez hace más falta por todas partes. El estilo de vida contemporáneo ha ido acentuando nuestra incapacidad para ponernos en los zapatos de los demás al obstaculizar la práctica solidaria de imaginar y reinterpretar lo que la otra persona está sintiendo o pensando en un determinado momento.

Al grito de guerra de cada quien para su santo y los demás que se frieguen , estamos viendo cada día crecer niveles inconcebibles de insensibilidad, incluso, en áreas en las cuales, supuestamente, deberían predominar la comprensión y la solidaridad con quienes más sufren.

Para los médicos y el resto de trabajadores de la salud, la empatía representa la habilidad para entender la situación en la que se encuentran los pacientes, para conocer sus sentimientos y la perspectiva que tienen con relación a la enfermedad; también, la empatía les permite profundizar en los complejos y personales significados que los enfermos asocian con cada una de sus dolencias.

No es suficiente ni deseable que un médico solamente sea capaz de escuchar a alguien que se queja de un dolor y, con ello, elabore tal o cual diagnóstico y elija un determinado tratamiento, sino que es indispensable para la verdadera y completa labor médica intentar comprender lo que para ese paciente en particular representa el temor, la incertidumbre y el sufrimiento que lo acompañan.

La empatía no termina ahí, puesto que es necesario además que el médico tenga la habilidad de comunicar el nivel y las características de su propio entendimiento con relación a la experiencia de sus pacientes y que sea capaz de verificar sus propias percepciones para poder actuar en consecuencia, junto con el enfermo, de manera terapéutica.

Aún cuando la empatía siempre ha sido considerada como un elemento esencial en la atención de los problemas de salud, está demostrado que también sirve para disminuir los errores de la práctica médica, mejorar la evolución y la satisfacción de los enfermos y ayudar a quienes se dedican a curar a los demás a que se sientan más contentos con su profesión y menos expuestos a posibles demandas e inconformidades de sus pacientes.

Algo que resulta inquietante es constatar cómo el grado de empatía de los médicos es algo que va declinando durante los años de entrenamiento médicos. Éste es un tema poco investigado en nuestro medio y del que nada sabemos que se haga para mejorar las habilidades de comunicación y empatía en nuestros servicios de salud. Existen investigaciones que han demostrado que las personas empáticas presentan cierto tipo de actividad cerebral, ritmo cardiaco y de cambios eléctricos en la piel que reflejan de manera sorprendente algo muy similar a lo que alguien con una experiencia emocional importante está viviendo.

Sería muy provechoso que en la educación médica actual se revalore la importancia de preparar a los futuros profesionistas en mejorar su empatía para que esto se refleje en la calidad del cuidado y la atención que puedan brindar a sus pacientes.