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El anillo del nibelungo en petróleo
El director Frank Castorof concibe El Anillo como un viaje por el tiempó, la historía del petróleo como oro negro y como fuented e poder y opresión.
Richard Wagner fue pesimamente tratado en el epicentro de las celebraciones por el bicentenario de su nacimiento, la ciudad de Bayreuth, cuando se esperaba precisamente lo contrario. Las expectativas que se crearon fueron muy altas, los amantes de este genial compositor tuvieron la mirada puesta en el Festival de Bayreuth, sobre todo en el punto culminante, la puesta en escena de El Anillo del Nibelungo (Der Ring des Nibelungen).
La primera parte de esta ópera, El oro del Rin (prólogo de la monumental obra) resultó ser a juzgar por los comentarios de la crítica europea una puesta chabacana que convirtió a los héroes de la mitología germana en un grupo de capos, proxenetas y prostitutas.
Aunque el público supo distinguir con claridad lo que estaba pasando: con sus abucheos rechazó una puesta en escena sancochada, plagada de ocurrencias, cuyo director Frank Castorf había declarado días antes sin rubor que le faltó tiempo , que no estuvo bien preparada . Por el contrario, los asistentes premiaron con abundantes aplausos la interpretación respetuosa, ceñida a la partitura, vigorosa en su trazo, de la música de Wagner a cargo del ruso Kirill Petrenko.
Sin más, el director Castorf metió al público en el túnel del tiempo y lo hizo retroceder a los años sesenta en donde se volvieron a revivir añejas teorías de la conspiración más propias de una escuela de cuadros de la era soviética en las que la ambición por el petróleo explica todas las guerras y todas las desventuras de la humanidad.
La puesta en escena de El Anillo que se presentó el jueves 25 de julio, dirigida por Frank Castorf, director del Volksbühne (Teatro de la Comedia) berlinés, es de este nivel dogmático, según se aprecia en la reseña que hace el periodista Ovidio García, del diario ABC de España:
Castorf concibe El Anillo como un viaje por el tiempo, la historia del petróleo como oro negro y como fuente de poder y opresión, en cuatro fases: Orígenes en América (Rheingold /Oro del Rin), I Guerra mundial (Walküre /Walkyria), Guerra fría (Siegfried /Sigfrido), Petróleo como arma en el enfrentamiento intersistémico (Götterdämmerung /Ocaso de los dioses) .
En la primera parte, que corresponde a América, la escenografía del serbio Aleksandar Deni? -aunque es plástica e impactante recurre a elementos visuales ya muy sobados, propios de una visión cinematográfica sesentera en la que, al parecer, el único país que existe en el continente es Estados Unidos: la famosa Ruta 66 de Texas y un motel de paso a orillas de la carretera, son sus motivos escenográficos.
Aquí el dios Wotan es el jefe de la mafia. Pero como un mafioso sin chicas del sexoservicio y sin matones no es concebible, entonces se echa mano de los estereotipos (también sobados) del cine. Claro que en una puesta tan libre, el anillo de oro y la lanza de Wotan salen sobrando ( ) Así de absurdo, como una ópera Carmen sin gitanos, una Turandot sin chinos o un Parsifal sin el Santo Grial...
Y por supuesto que ante tamaña provocación, Castorf no se atrevió a dar la cara en el escenario. Aunque tal vez en este punto, sería conveniente hacer de abogado del diablo y ofrecer un atenuante para Castorf: se hizo cargo de esta monumental ópera tarde, debido a la renuncia del cineasta Wim Wenders.
En los papeles principales de esta primera puesta estuvieron el barítono Wolfgang Koch (Wotan), la soprano inglesa Catherine Foster (Brünnhilde), así como el tenor sudafricano Johan Botha (Siegmund) y el canadiense Lance Ryan (Siegfried); también participó el bajo coreano Attila Jung como Hagen.
En el segundo día de El Anillo , el correspondiente a la Valkiria (Walküre), bajó el nivel de tensión entre el público y el director, a pesar de que hay motivos para esto: la acción se ubica en una torre de Bakú de la era soviética (con estrella roja y toda la cosa). El cambio se debe a que, al parecer, el público se resignó o se cansó de protestar. Ojalá que no nos estemos acostumbrando a este tipo de puestas, en las que a la irresponsabilidad, improvisación y despliegue del sistema de ocurrencias se le ampare con términos como: provocación , iconoclasta , rompedora de esquemas y demás, conceptos que han tenido sus momentos de gloria en el arte.