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De payasos y payasadas
Mientras Sofia Coppola triunfa de nuevo, la nueva versión de It es más aburrida que un domingo sin comer.
Me gustó más la de los 90. No soy una gran lectora del señor Stephen King, pero eso no importa. Las adaptaciones al cine de sus novelas y relatos suelen ser muy disfrutables. Dos botones de muestra: Cuenta conmigo y Sueño de fuga.
Recuerdo muy bien la versión de It (o Eso en México) de los 90. Era terrorífica, o quizá así le pareció a mí yo infantil. La escena de la ducha la tengo grabada para toda la vida.
Ahora, nos llega una nueva adaptación dirigida por Andy Muschietti, un director de cine de terror muy promisorio. Su corto Mamá tuvo tanto éxito que pronto consiguió un contrato para convertirlo en un largometraje.
El problema con la nueva Eso es que es tan recamada y estilizada que no asusta ni un poquito. A esta crítica al menos no le movió un pelo. Y es, además, un catálogo de clichés. Tengo entendido que en la novela original (la cual no he leído), la historia de los niños es fundamental para contar la trama completa. Si bien la cinta hace homenaje a este regreso a la infancia, los personajes tienen la profundidad emocional de una cuchara. Tenemos al niño negro, a la pequeña que es one of the guys, al gordito, al líder, en fin. Todo ya muy visto. Imagino que el plan inicial para esta adaptación se le ocurrió a algún ejecutivo que es fanático de Stranger Things. Yo paso.
El sexo quita el polvo
El cine de Sofia Coppola no es fácil. Su carrera alcanzó el pináculo con Perdidos en Tokio (un título literalmente perdido en la traducción), después tanto crítica como público se alejaron de sus trabajos.
A esta crítica le encanta Coppola. María Antonieta me parece una joya subestimada, Ladrones de la fama es una sátira de la vida en Hollywood y Somewhere es un homenaje a su propia infancia rodeada de cine.
Ahora ha llegado a las salas El seductor y es una cinta para no perdérsela. No sólo tiene un gran reparto Nicole Kidman, Elle Fanning, Kirsten Dunst y Colin Farrell , Coppola logra sacarles sangre, sudor y lágrimas a sus actores.
El sexo desempolva todo. Es la Guerra Civil. Una escuela de señoritas en Virginia sobrevive de palo a poste. Viven en una especia de remanso de paz, donde su existencia es pobre y aburrida. Un día llega el huracán: ¡un hombre! Es, para más inri, un soldado unionista.
Por supuesto, la tensión sexual puede cortarse con un cuchillo. Todas las mujeres de la casa luchan por los favores del macho. Pero no crean que eso acaba ahí: hay una cadena de hechos que no revelaré, pero llevan a los personajes femeninos a mostrarse tal cual son. Piensen en una especie de La casa de Bernarda Alba a lo gringo.
Dicen que cuando sólo un elemento de una película sobresale, la obra es fallida. No creo que El seductor lo sea, pero pongan especial atención a la fotografía de Philippe Le Sourd. Capta hasta la última mota de polvo del internado.
El seductor se basa en la novela del mismo título del escritor estadounidense Thomas P. Cullinan. A comprarla.
concepcion.moreno@eleconomista.mx