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Política

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La pelea por la CDMX

Las elecciones presidenciales del 2018 tendrán su contraparte en la CDMX y el proceso local se antoja cardiaco, por la previsible lucha campal entre el PRD; es decir, el Frente Ciudadano y Morena.

Foto: CuartoscuroCuartoscuro

La Ciudad de México es un espacio singular. Capital con casi 700 años a cuestas, siempre ha sido la joya de la corona por su carácter cosmopolita. Nunca tuvo la pujanza del puerto de Veracruz ni la exquisitez de Puebla, pero la CDMX ha sido, es y será el centro neurálgico del país. Asiento de los poderes civil, económico y eclesiástico, su crecimiento caótico a partir de fines del siglo XIX la ha convertido en una de las mayores megalópolis del orbe, gobierno que siempre estuvo bajo la férula directa de virreyes, presidentes, regentes y, desde 1997, jefes de gobierno electos. Sólo hasta hace unos años, 20 para ser exactos, existe una Asamblea Legislativa en forma y apenas desde hace un año hay una constitución local. A partir del 2018, por fin volveremos a tener gobiernos municipales —eliminados 90 años atrás—, con lo que los chilangos ya tendremos exactamente los mismos derechos ciudadanos que el resto de los mexicanos.

Las elecciones presidenciales del 2018 tendrán su contraparte en la CDMX y el proceso local se antoja cardiaco, por la previsible lucha campal entre el PRD; es decir, el Frente Ciudadano y Morena.

Hace tres meses escribí en este espacio una prospectiva sobre quiénes serían los candidatos a la jefatura de gobierno, partiendo del hecho de que el Frente no se había consolidado y de que Mancera dejaría su cargo después del 20 de septiembre para iniciar la precampaña. Ya no sirve. Como suele suceder, los eventos inesperados —en este caso, trágicos— modifican la acción de los actores políticos y la correlación de fuerzas. Mancera sigue al frente de la jefatura de gobierno, atendiendo los efectos del sismo. Claudia Sheinbaum, aún delegada en Tlalpan y favorita de AMLO para ser candidata de Morena, está prácticamente sentada en el banquillo de los acusados por el caso de corrupción en los permisos de el Colegio Enrique Rébsamen. Es más, el pasado 14 de noviembre, Sheinbaum se negó a responder a las 22 solicitudes de información sobre el caso, aduciendo que se trata de una información reservada.

Para colmo, un día después, los asambleístas de Morena se negaron a analizar y debatir la propuesta de ley del Programa para la Reconstrucción, Recuperación y Transformación de la Ciudad de México, la que por razones obvias es fundamental para resarcir los daños provocados por el sismo y cuyo impacto en las preferencias políticas de cara a la elección del jefe de gobierno y autoridades municipales sería innegable. Pero, ¿no resulta mezquino anteponer los intereses electorales a la reconstrucción de la ciudad? Sí, efectivamente el gobierno capitalino cuenta con una baza que a la vez resulta una obligación complicada: poner a disposición de la ciudadanía los fondos, los planes y programas para la reconstrucción. Como la rifa del tigre, pero parece que en Morena no entienden que se necesita de la mayor cooperación de todas las fuerzas políticas para llevar a cabo las tareas de reconstrucción.

¿Y los candidatos?

En este momento no tenemos claro quiénes serán los candidatos por los partidos y las alianzas o los independientes que contenderán por la jefatura de gobierno y las delegaciones. Lo singular es que la CDMX tiene al electorado más plural, informado, liberal y moderno del todo el país, es un bastión de izquierda (whatever that means) donde el PAN y el PRI no tienen posibilidades de ganar, pero en el caso del primero, seguro aportará un número nada desdeñable de votos dentro del Frente Ciudadano por México, lo que sumado a los votos para el PRD y Movimiento Ciudadano puede ser la mayoría que gobierne la CDMX. Pero, ¡cuidado!, pensar que no habrá una lucha a muerte por la jefatura de gobierno y algunas delegaciones sería iluso. Los perredistas y López Obrador pelearán hasta con los dientes por el control de dos demarcaciones, Iztapalapa y Cuauhtémoc, porque justo ahí se encuentran las bases que se disputan; controlarlas significa el acceso a recursos humanos y financieros no sólo en temporada electoral.

Como se ve por el momento, José Narro será el candidato priista a la jefatura de gobierno. Se trataría de una candidatura de consolación casi testimonial, pues su influencia se reduce básicamente al sector estudiantil y académico. Por parte del Frente, lo más probable es que la candidata sea Alejandra Barrales. Por Morena, se reducen las posibilidades de que Ricardo Monreal sea el candidato, porque, como de chiste, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) analiza la posibilidad de destituirlo como jefe delegacional en Cuauhtémoc, por el incumplimiento de un laudo laboral que lo obliga a indemnizar a una trabajadora despedida en el 2003. Se sabe que hay unas siete demandas más por el estilo, sólo en esa demarcación. Por lo demás, AMLO pudiera haberle ofrecido las perlas de la virgen a Monreal si ganan, pero se advierte que el líder de Morena desconfía de alguien que sí puede dialogar con los integrantes de “la mafia del poder”. El destino de Monreal es incierto, pero no podemos descartarlo como coordinador de campaña de López Obrador… si es que los tres orgullos del nepotismo de AMLO estuviesen de acuerdo...

Entonces, ¿quién quedará por Morena? Al parecer, Sheinbaum, con todo y lo que se le atribuye. Por primera vez, dos mujeres contenderán por la jefatura de gobierno de la CDMX, lo cual en sí mismo es un logro en la agenda de género. Pero la cuestión, dicen algunos analistas, es que ambas son señaladas por actos ilícitos, aunque no comprobados. Claro, hay una gran diferencia entre poseer inmuebles en el extranjero a ocultar información relevante sobre la construcción de los segundos pisos o sobre los permisos de construcción de el Rébsamen o de cómo Sheinbaum mandó destruir una capilla popular en el Ajusco sin siquiera dialogar con la comunidad y luego negarse a resarcir los daños.

El que gane cualquiera de las dos va a depender de varios factores. El primero, de quién controla a la masa electoral y eso dependerá de la efectividad de los operadores a ras de suelo. El segundo es quién de las dos logra remontar los negativos en imagen. El tercero es cuál de las dos logra, si no la aquiescencia, sí la neutralidad del PRI con respecto a su candidatura. El cuarto es quién de las dos puede controlar Iztapalapa, Cuauhtémoc y Gustavo A. Madero. Y, finalmente, la pregunta es si la ciudadanía votará en bloque por partido o coalición o si el voto será diferenciado. ¿Los que voten por AMLO automáticamente votarán por Sheinbaum? ¿Los que voten por Anaya, si éste es el candidato del Frente Ciudadano, votarán por Barrales? Y en ambos casos, ¿los negativos de los candidatos presidenciales afectarán a las candidatas a la jefatura de gobierno?

Que dos mujeres sean las punteras en la elección local de la CDMX significa un avance en la construcción de ciudadanía. Si el escenario se confirma, veremos un duelo entre dos formas muy distintas de percibir y ejercer el empoderamiento femenino: una a través del estudio y la técnica, la otra mediante el liderazgo sindical y partidista. Me inclino a creer, sin afirmar, que ganará la que entienda el valor de la sororidad y capte el voto de género.

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