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Opinión

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Llueve sobre mojado

Lucía Melgar | Transmutaciones

El domingo, lluvias torrenciales azotaron la Ciudad de México, provocando inundaciones, caída de árboles y trastornos a la circulación. La jefa de gobierno llamó a no salir de no ser necesario, advertencia de sentido común, dada la experiencia de quienes habitamos esta capital. El domingo también, familiares de personas con cáncer se manifestaron para demandar que se garantice el abasto de medicamentos, petición que no deberíamos tener que hacer pero que se ha vuelto un desgarrador grito por la vida. La desidia o ineficiencia de las autoridades no se limita al derecho a la salud o a la sustentabilidad de la ciudad. Es inherente a un estilo de gobernar, sin rendir cuentas, que nos va complicando la vida, a veces hasta la exasperación.

La lluvia puede haber sido “inusual”. No lo es la falta de previsión del gobierno capitalino, desde hace décadas. Prevenir no es sólo lanzar alertas multicolores sino buscar evitar o reducir los daños que pueden preverse. En las últimas semanas, por ejemplo, abundan en medios y conversaciones las quejas por los múltiples baches que dificultan el tránsito de autos y peatones – y se agrandan con las lluvias. Ayer, en este diario, Enrique Campos se refirió a la falta de rendición de cuentas (“accountability”) en bachilandia y la caducidad del asfaltado que exigiría un reencarpertamiento general, y no seguir poniendo parches, como sucede desde hace varios sexenios (de PRD-Morena).

Y vamos para peor. En la alcaldía Álvaro Obregón, por ejemplo, se está “reparando” el empedrado – i.e. poniendo parches– en San Ángel ¡en plena temporada de lluvias! Se han dejado obras a medias, como si el propósito fuera simular que se trabaja mucho, sin importar los resultados. Si se quiere reportar una fuga de agua potable, hay que hacer numerosos reportes y encomendarse a alguna santa … ¿Será que “el agua es vida” y que siga corriendo? O se repara la fuga pero el pavimento queda peligrosamente desnivelado. En la alcaldía Cuauhtémoc se pavimentó una calle en dos etapas, dejando un desnivel que con el tiempo será más marcado. Estos son sólo dos ejemplos de la falta de mantenimiento y previsión, también evidente en el Metro, con escaleras eléctricas paralizadas, pasillos inundados o con goteras, pero ¡eso sí! pantallas que difunden música (inaudible) o propaganda … no información sobre horarios o retrasos.

La falta de planificación y de rendición de cuentas en el sistema de salud parece ya signo de los (malos) tiempos. Faltan medicamentos para el cáncer y otras enfermedades, no hay suficientes equipos de radiología y hasta ha faltado material para suturas en hospitales. El Hospital General se asemeja al limbo aunque a veces el personal hace milagros ante una emergencia. El personal de salud de la capital ha denunciado múltiples carencias y sus pésimas condiciones laborales, sin respuesta efectiva. Como documentó, también ayer, Maribel Ramírez, el presupuesto federal para salud es insuficiente: “la mitad de lo recomendado por la OMS”. Para colmo, hay subejercicio. Las deficiencias y carencias afectan a todo el sistema de salud pública nacional.

A estas dos facetas abolladas de nuestra realidad, nada superfluas, se añaden problemas cotidianos como la inflación (evidente en mercados y tiendas), la violencia que no cesa, flagrante en desapariciones y asesinatos crueles – como el de Fernandito en Los Reyes (EdoMex)– asaltos, agresividad en las calles… que nos afectan a todos aunque no seamos víctimas directas. ¿Acaso no indigna o inquieta vivir en una capital donde hay fosas clandestinas, aumentan impunemente las desapariciones y se asesina a dos colaboradores de la jefa de gobierno?

Si tanto valora el gobierno al “Pueblo”, como declara Claudia Sheinbaum, debería demostrarlo en el próximo Proyecto de Presupuesto de Egresos Federal: dejar de escamotear los recursos públicos en falso “bienestar” para invertir en lo que urge: infraestructura y transporte de calidad, sistema de salud digno y eficiente, prevención de violencia, sin olvidar mejor educación, reforma a las fiscalías...

Es profesora de literatura y género y crítica cultural. Doctora en literatura hispanoamericana por la Universidad de Chicago (1996), con maestría en historia por la misma Universidad (1988) y licenciatura en ciencias sociales (ITAM, 1986).

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