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Una mala combinación
Los mexicanos han sobrevivido los problemas de la falta de crecimiento endeudándose.
Apropósito de los acontecimientos recientes en Grecia y de las críticas que el arreglo propuesto por el FMI, la OCDE y el grupo de acreedores ha levantado entre las buenas conciencias y algunos detractores del sistema liberal, pensamos que existen varios puntos que convendría analizar a fondo y tratar de aplicarlos para México, ahora que se dio a conocer el más reciente dato sobre pobreza. Es un hecho que los griegos se endeudaron de más para gastar mal y no fueron capaces de generar ingresos suficientes para por lo menos cubrir los compromisos derivados de su endeudamiento. Por el contrario, siguiendo el ejemplo de los libros que exaltan las bondades del populismo, elevaron ciertas prestaciones y beneficios para la población, manteniendo sus empresas públicas poco productivas y sin una agenda para proponer y hacer un cambio de fondo en su estructura que le devolviera viabilidad a su economía en el mediano y largo plazo. En muchas ocasiones fueron encontrados falseando información y entregando reportes tarde y con datos poco creíbles, lo cual empeoró la situación.
Ahora no les ha quedado otra que elevar impuestos, iniciar la era de los recortes de personal sobre todo empleados públicos y reducir muchas de las prestaciones y beneficios que no tienen razón de ser y que ningún presupuesto público podría mantener, a menos de que su economía creciera más que la china durante muchos años, lo cual es poco probable que suceda.
En el caso de México hemos estado endeudándonos y gastando más y mal, lo que no ha traído ningún beneficio; al menos para los pobres, quienes han visto cómo se deteriora su situación. La economía no crece y no genera empleo y, cuando se generó la gran expectativa de que nos iría muy bien con las reformas y los cambios planteados, vino aquel fatídico Buen Fin, en el que las familias se endeudaron hasta el tope para adquirir cosas que no elevan en nada su capacidad para generar mayores ingresos. Entonces, sin nuevos empleos mejor remunerados y con exceso de deuda, los mexicanos han sobrevivido con dificultades los problemas que trae la falta de crecimiento, lo que ha llevado a muchas familias a seguir endeudándose en casas de empeño y con créditos de nómina, lo que hace que su situación se acerque al punto crítico. ¿Qué podemos hacer ahora?
Son pocos los instrumentos que el gobierno tiene a la mano para poder revertir la situación, o al menos para frenar la tendencia al deterioro. Una buena decisión es reducir programas de beneficios sociales dudosos y recortar el gasto para reasignarlo a promover obras de infraestructura, que ofrezcan empleo temporal para un número elevado de personas y que de esta manera no se vean tentados a recurrir a las casas de empeño o a los créditos de nómina para sobrellevar su situación. Es necesario que en cada familia el promedio de ocupados perceptores de ingresos aumente, para que eso ayude a las familias.
El otro instrumento que el gobierno puede utilizar para aumentar la inversión, sobre todo en infraestructura, es promover un mayor número de asociaciones público-privadas en diversos ámbitos, principalmente en infraestructura. Finalmente, es necesario que diseñen una estrategia para volver a lanzar la Ronda Uno en petróleo y que genere un gran atractivo entre inversionistas, para que en un futuro cercano contemos con más inversión. No es posible caer en este momento en la trampa de revertir la reforma fiscal, ya que los compromisos derivados de lo que ha aumentado la deuda han crecido y necesitamos recursos.