Buscar
Opinión

Lectura 4:00 min

Tlayudas

REUTERS, X06946

A mi en verdad me gustan mucho las tlayudas, también los sopes, huaraches y especialmente las gorditas de chicharrón prensado. Engordan y suben el colesterol y los triglicéridos como nada en el mundo, tanto o más que la satanizada comida chatarra, pero… ¡qué le vamos a hacer!… los antojitos son deliciosos. 

La cosa es que el multitratado tema de las garnachas en los pasillos del literalmente increíble Aeropuerto de San Lucia tiene mucho fondo, más allá de la imagen aldeana que desde hace ya tres años proyecta México al mundo. Vamos a ver. El populismo es una forma de gobierno terrible y al mismo tiempo insuficientemente estudiada, creo yo, aunque no hay que ser un experto para entender que se basa principalmente en la comunicación directa entre el mesías y una población olvidada por décadas y deseosa de ser tomada en cuenta, al precio que sea. 

Las tlayudas se constituyen, entonces, en una línea de comunicación directa entre el pueblo bueno y sabio y un caudillo que al defenderlas (con todo y su respectivo anafre) le hace sentir a una masa hastiada, que él es como ellos y trabaja solo para darles voz y atender como nadie sus reclamos. El populista, habla como ellos, come como ellos y por ello mismo los representa. Y ya está.

¿A quién carajos le importa mostrar el profesionalismo o la modernidad, o que nos ostentemos como un país cosmopolita y globalizado, si el jefe de jefes es la encarnación misma de la “sencillez” y los valores supuestamente tradicionales?

¿A quién carajos le importa que los índices de inseguridad se eleven día tras día o que la corrupción entre miembros del gabinete quede expuesta cotidianamente?

¿A quién carajos le importa que la inflación aumente peligrosamente, que el subsidio a las gasolinas trastorne de fondo y aún más a nuestra economía, que el crecimiento del país este año quizá llegue apenas al 2%, que las clases medias estemos cada vez más lastimadas, o que se cancelen (como las estancias infantiles o los refugios para mujeres violentadas) las escuelas de tiempo completo?

¿A quién carajos le importa el aumento de los feminicidios, la militarización temible de nuestra nación, el ecocidio producido por el tren maya, los ocho periodistas asesinados este año o el ataque diario a los medios de comunicación y líderes de opinión? ¿A quién demonios le puede importar todo esto si ahora podemos comer tlayudas en el aeropuerto?

Lo verdaderamente triste es que en el fondo, el populista gobierna y actúa para satisfacer sus propios intereses y en especial para lograr su permanencia electoral tope donde tope y cueste lo que cueste, así sea poner un comal con fritangas en medio de un aeropuerto o del Palacio de Bellas Artes. 

Hugo Chávez era un maestro en estas lides de conseguir la aprobación de los más vulnerables. En 1999 reformó la Constitución de Venezuela para someterse a la revocación de mandato. Como sabemos, hoy en día la Constitución ni existe ni se respeta en este país sudamericano y las revocaciones de mandato lo único que hicieron fue afianzar en el poder al dictador, fortalecer al militarismo y debilitar a los partidos políticos de oposición para gloria también de Nicolás Maduro. 

Las muy poderosas armas que todavía tenemos contra las invencibles tlayudas todavía están aquí: liderazgo, compromiso, responsabilidad, lucidez y resiliencia frente a la adversidad. Ojalá nos decidamos a usarlas.

Temas relacionados

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Últimas noticias

Noticias Recomendadas