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Opinión

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Segundo día y contando

“Te llaman porvenir, porque no vienes nunca”, escribió el poeta español Ángel Díaz, en un día que nada tiene que ver con el de hoy, cuando apenas estamos estrenando la segunda página de nuestro nuevo y limpiecito mes de enero. 

La fecha que esperábamos llegó, aunque el sabio Tucídides dijera que la historia es un incesante volver a empezar y Borges haya escrito aquello de “quien se aleja de su casa ya ha vuelto”. Muy bueno el porvenir, pero también aterrador: no sabemos cómo se va a portar mañana y no hay magia, religión o brujería para saberlo.

Sin embargo, lector querido, siempre es posible acudir a las certezas. Confiarse de una agenda o almanaque, por su ordenado recuento de los días, logre otorgar paz a nuestra psique. Muy confiable, por ejemplo, el Calendario del más antiguo Galván, que a pesar de pertenecer a las publicaciones que tuvieron su mayor popularidad en el siglo XIX, todavía puede conseguirse en selectos puestos de periódicos y no es un mero papel que se cuelga en la pared. Asombrosamente actualizado para este 2024, todavía incluye efemérides diarias, predicciones meteorológicas no científicas y certezas astronómicas. No olvida el santoral ni los más útiles datos para entender la bóveda celeste, los efectos de la próxima canícula y cuándo va a llover o a estar nublado. En sus primeras páginas, por ejemplo, nos asegura que estamos comenzando un año diferente pero afortunadamente muy normal. (Será que empezó en lunes). No muy tranquilizador, es cierto, pero mientras comienza a componer su agenda o a elegir su calendario, por acá algunas verdades sobre los días como hoy.

El 2 de enero de 1912, después de tres años de batallar y mirar al cielo con un oculto deseo de alcanzar las nubes y una secreta admiración por los que ya lo habían logrado, en un taller mecánico de la Plaza de las Vizcaínas de la ciudad de México, Juan Guillermo Villasana y el ruso inmigrante Santiago Poveregsky, le pusieron la última tuerca al primer avión fabricado en el país. El aparato, monstruoso pero bello, resultó ser la culminación de muchos días de bordar quimeras, acariciar propósitos tan buenos como los de año nuevo y de una tenacidad sin límites. Todo ello sin la ayuda de la astrología, la cartomancia, los cuarzos, los libros de autoayuda o el horóscopo chino.

Sin embargo, no a todo el mundo le fue bien el segundo día del año. Benito Juárez, por ejemplo, se levantó casado y se fue a dormir viudo, y hasta el día de su muerte hubo de padecer la ausencia de su esposa, Margarita Maza, fallecida el 2 de enero de 1871, después de una triste agonía en su casa de San Cosme. 

Cuentan que Juárez entró en tal tristeza (sobria y republicana) que cambió la cama matrimonial por una individual (que hoy puede visitarse en el museo del Castillo de Chapultepec), emprendió con más ahínco el estudio del francés para leer una historia de la evolución política de las naciones en su idioma original, comenzó a escribir todo lo que comía y cenaba, y falleció un año después en sus habitaciones de Palacio Nacional. 

Esta fecha, pues, ha estado teñida de alegrías y dolores: nació el escritor norteamericano Isaac Asimov, pero se murió el poeta griego Ovidio; una preciosa ciudad californiana dejó de llamarse Yerbabuena, pero fue rebautizada como San Francisco, Martín Lutero fue excomulgado, pero en Guanajuato nació el Pípila. También fue un 2 de enero cuando el francés Louis Daguerre tomó la primera fotografía de la Luna, y la fecha en que Fidel Castro entró a la Habana con las tropas comandadas por Camilo Cienfuegos y Ernesto 'Che' Guevara y ganó el poder en Cuba. Diez años después, en 1969, 30 mil copias del disco Two Virgins', de John Lennon y Yoko Ono, serían confiscadas con el argumento de que la fotografía de la portada, en la que aparecían ambos desnudos, era material pornográfico y en el año 2002, el peronista Eduardo Duhalde asumiría la Presidencia de Argentina para convertirse en el quinto mandatario en 13 días.

Muchos, que no dejaron de fumar, comer, despilfarrar y excederse, hoy llegan a la conclusión de que el tres de enero, o hasta el cuatro, todavía son días perfectos para volver a empezar y tienen razón.

Nunca es tarde para reconocer que ocuparse de cosas más sensatas, realistas, sanas e informadas, es lo más adecuado para limpiar el espíritu, reiniciar la conciencia y sentirse mejor. Es momento de coincidir con lo que muy bien escribió Francis Bacon, que escoger el propio tiempo es ganar tiempo, y nunca hay mejor tiempo que el presente.

Si acaso nada de lo anterior le provoca esperanza, confianza y optimismo, ni piense ni vacile: no hay modo de saber si al final todo será lo mismo o si tal vez este 2024 se convertirá en uno los mejores años del siglo XXI mexicano o uno de los más felices de la vida de usted, lector querido. (Por cierto, ¿hoy qué desayunó?).

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