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¿Por qué los mexicanos no somos innovadores?
Foto: AFP
En el último Índice Mundial de Innovación, México ocupó el lugar número 58 de 127. Frente a los líderes en innovación que son Suiza, Suecia, los Países Bajos, Estados Unidos de América y el Reino Unido, estamos en total desventaja, máxime si consideramos que la innovación es factor determinante en el desarrollo de las economías.
En número de solicitudes de patente registramos unas 18,000 al año, lo que nos deja muy cortos frente a 1 millón 100,000 de China, las 589,000 de Estados Unidos, las 66,000 de Alemania y las 30,000 de Brasil.
En el terreno de la salud, de los 259,000 estudios clínicos aplicados en el mundo entre el 2000 y 2017, México absorbió apenas 1%, y respecto de todos los estudios clínicos hechos en el continente americano México está en el número 12. Considerando que por población ocupamos el tercer lugar del continente, comparativamente en el aspecto de probar las innovaciones en terapias estamos muy rezagados.
Estos datos fueron expuestos por el doctor Enrique Ruelas, expresidente de la Academia Nacional de Medicina, exsecretario del Consejo de Salubridad General y exsubsecretario de Innovación y Calidad, en su conferencia titulada “Papel, adopción e impacto de la innovación en salud en México” donde puso en claro que la innovación es imprescindible, pues por definición acelera la creación de valor.
El punto es que el valor a su vez depende de la calidad del insumo, pero también de la calidad de los procesos de atención y es donde tenemos retos también muy grandes. En este contexto México tiene que acelerar y dar el brinco hacia la innovación.
Durante el Foro de Innovación en el Futuro de la Salud en México, organizado por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y Johnson & Johnson Medical Device (su área de dispositivos médicos), el doctor Ruelas hizo ver que aparte de no ser un país muy innovador, nuestros procesos de acceso de innovación al sistema de salud son muy lentos.
Esto, aun cuando la innovación en salud agrega valor en la forma de mejor eficiencia, efectividad, mayor calidad, seguridad y asertividad. En el ámbito de la salud es importante innovar porque ello deriva en mejorar la calidad de vida de las personas.
¿Qué se requiere para lograr subirnos al tren de la innovación en salud?, se preguntó y respondió el doctor Ruelas: se requiere identificar mejores prácticas y destapar las cajas negras, mayor colaboración entre prestadores y proveedores, y se requiere también que un tercero neutral mida el valor agregado, así como los ciclos aceleradores para diseminar el valor.
¿Y cómo acelerarlo? Tenemos que conciliar todo el proceso y diseñar el valor que se adquiere o demuestra en condiciones localizadas. Y eso solamente lo podemos hacer mediante estrategias de diseminación. No basta con introducir nuevas tecnologías en espacios confinados, en un hospital o en una institución. Si esto no se disemina y llega al resto de la población, no se ha cumplido. Tenemos que lograr un ciclo acelerador de valor, empezando por la innovación per se, pero también necesitamos identificar mejores prácticas, contar con información confiable que permita medir los resultados y que permita transparentar los procesos que haga que las competencias clínicas y quirúrgicas sean mejores, y también las relaciones humanas e interpersonales.
Está el caso de la adherencia o apego al tratamiento el cual depende en mucho de que el médico lo sepa explicar bien al paciente, y en ello inciden no sólo las palabras sino la amabilidad, la calidez o la cercanía con que contacta con el paciente.
Todo eso es importante para la adopción de nuevas tecnologías y de la innovación en salud.