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La auténtica ridícula minoría
El texto entrecomillado que precede estas líneas son palabras textuales que el presidente Felipe Calderón dijo al clausurar los trabajos del XXIV Encuentro Nacional de Vivienda. Momentos antes había advertido que estaba dispuesto y haría lo posible para que el tiempo le alcanzara y contestar una, dos o tres preguntas que los presentes le hicieran sobre el tema que quisieran.
Generalmente a mí, mi equipo me prohíbe hacer eso, -confesó- pero me parece una ocasión muy importante. Así que váyanse anotando por ahí, por favor . Y uno de los anotados, Jesús Aguilera, de León, Guanajuato, le comentó que a tres años de la conclusión de su mandato no hay garantía ni de qué color ni quién va a ser su sucesor ni cuál va a ser la política de Estado de éste. De ahí Calderón se agarró para reciclar La Parábola de los boleros y la cochera . (Ya comentada en esta columna en la publicación del 19 de enero del presente). A ésta, ahora, le agregó detalles que la anterior no tenía: los boleros le ofrecen al dueño de la casa un porcentajito de las boleadas .
En la nueva versión de la metáfora presidencial los boleros son dos -en la anterior eran tres- pero a los ocho días se convierte en uno que se come tu sándwich, porque trae un cuerno de chivo y te lo encuentras en el baño, a todo dar, echando burbujas -estos dos inéditos pormenores contradicen la regla de que nunca segundas partes fueron buenas y hacen que los fans de las alegorías presidenciales esperemos con ansías la tercera versión-. El resto de la fábula fue casi igual a la anterior: Los encuentras en tu recámara y vienes a decir: Oye el cuate se está poniendo mis trajes, y ve tú a saber qué otra cosa (¿?). Entonces, la verdad es que no los hubieras dejado entrar .
La parábola -corregida y aumentada- sirvió al preciso como introducción al tema de la persecución y el hostigamiento de los boleros-delincuentes para demostrar que hay un solo Estado y una sola autoridad, y que estos señores no son dueños de la plaza . Y ahí fue cuando calificó a la narcodelincuencia con la que, evidentemente, no ha podido la fuerza pública -y la fuerza pública, según sus propias palabras, está constituida por: Policía Federal, policía local, policía estatal, Ejército y Marina - como minoría ridícula. Y con esto le dio la razón a su equipo que generalmente le prohíbe hacer uso de la palabra para hablar improvisadamente de temas que no están programados en la agenda del evento por la sencilla razón de que callado se defiende mejor.
Que el Presidente diga que los que traen en jaque al aparato de seguridad del Estado son una bola de maleantes suena pueril, pero no es una frase ajena en su repertorio lingüístico. Decir que son una minoría, tal vez sea lógico, si comparamos los 200,000 individuos -cálculo conservador- que en México se dedican al narco con los 2 millones 500,000 mexicanos -cálculo conservador- que se encuentran desempleados. Pero calificar a esa minoría de ridícula fue, es, un desatino. Si una bola de maleantes, caterva de bribones, runfla de truhanes o plaga de tunantes -uso estos eufemismos para no enfurecerlos-, capaces de asesinar, secuestrar, torturar, degollar, descuartizar y empozolar le parecen ridículos a Felipe Calderón, allá él, su desconocimiento del lenguaje y la falta de un buen diccionario de sinónimos.
En lugar de ridícula pudo calificarla como perversa, pérfida, maligna, cruel, vil, siniestra, perniciosa, maléfica, alevosa o infame, pero no ridícula. El diccionario define el adjetivo ridículo como algo que por su rareza o extravagancia mueve a la risa. ¿Le provoca risa al Presidente el enemigo al que ha ofrecido la más tenaz, obcecada y recalcitrante de sus batallas?
No sé qué opinen los lectores, pero después de los lastimosos sucesos de Ciudad Juárez y de Monterrey, la auténtica ridícula minoría la constituye el gabinete de seguridad del gobierno federal: ¿Alguien ha sabido algo del ingeniero Genaro García Luna tan amante de los reflectores? ¿Alguno de ustedes ha escuchado una declaración del procurador Arturo Chávez? ¿Qué ha dicho el general Guillermo Galván Galván de sus aguerridas tropas que confunden estudiantes de doctorado con sicarios? ¿Por qué no el almirante Mariano Francisco Saynez reclama enérgicamente a la policía de Santa Catarina por el asesinato del narcomenudista que los elementos de la Marina entregaron vivo a esta fuerza policiaca? El único miembro del gabinete de seguridad que ha dado la cara -cada día más barata- es el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, al que le ha tocado la triste tarea de dar pésames, ofrecer disculpas e inventar inverosímiles coartadas.
Percepción e imagen
Otro tema que recicló el Presidente la semana pasada es uno que había tocado ante el cuerpo diplomático el pasado 8 de enero, el de la imagen de México en el mundo. En aquella ocasión conminó a nuestros representantes en el extranjero a hablar bien de México. El pasado viernes en el desayuno para inaugurar las sesiones de trabajo del sector turismo, nuevamente hizo el exhorto, ahora a los mexicanos en general: También se vale, aunque no faltará a quien le suene inadecuado, también se vale hablar bien de México, porque eso sí, nosotros tenemos un problema que es la mitad, en términos de homicidios por cada 100,000 (habitantes), que Brasil -dijo Felipe Calderón- y más adelante comentó: México es satanizado y recriminado por su problemática por los propios mexicanos, además, pero Brasil, teniendo el doble, se lleva la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos a una ciudad, por cierto, que es también de las que mayores homicidios por cada 100,000 tienen en toda la región y en el mundo .
Tal parece que a nuestro Mandatario se le indigestan las sedes que ha ganado Brasil. Habría que recordarle para que ya no le cause escozor ni haga corajes por el tema, que nosotros, mucho antes que Brasil (1968), nos trajimos los Juegos Olímpicos y que hemos sido sede de dos Copas del Mundo -Brasil apenas nos va a empatar, ¿cuál es la envidia? Además, al parecer, al correr de los años ambos eventos -Juegos Olímpicos y Copas del Mundo- resultan de mala suerte para el país al que se las conceden. (Parece ser que existe un extraño maleficio que provoca que años después de los eventos entren a la cochera de la casa-país sede unos boleros que se adueñan de la cocina y el baño de los dueños, se ponen sus trajes y vaya usted a saber qué más.
Donde, en mi modesta opinión, no se midió el preciso fue cuando dijo: Sin embargo, lo he dicho y lo reitero, amigas y amigos, yo jamás, jamás en mi vida profesional y como Presidente de la República, jamás he escuchado a un brasileño hablar mal de Brasil . A ver, a ver, en su vida profesional -no se ha dedicado a otra cosa que no sea la política ya como dirigente de su partido ya como legislador. ¿Con cuántos brasileños habrá platicado para hacer tamaña aseveración? Eso sí, como Presidente es probable que cuando le ha tocado visitar Sao Paulo o Río de Janeiro haya dedicado sus ratos libres a preguntarle a los brasileños: ¿ustedes qué opinan de su país?
Oí por ahí
Actualmente en el mundo se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para las mujeres, que en la cura del Alzheimer. En unos años más tendremos viejas de tetas grandes y viejos de pito duro, pero ninguno de ellos se acordará para qué sirven.