Lectura 6:00 min
Generación ALICE. Sin hogar y sin ahorros, pero con empleo
ALICE (asset-limited, income-constrained, and employed, -por sus siglas en inglés-). Es el nuevo acrónimo utilizado para describir a una generación que a pesar de tener estudios universitarios -y empleos formales- lucha para sobrevivir. Y desde luego, cumplir con las necesidades más básicas. Y por consecuencia, con sus aspiraciones personales y familiares.
Según datos del censo sobre la Comunidad Estadounidense, alrededor del 29% de los hogares estadounidenses actuales son ALICE, mientras que el 13% están por debajo del nivel federal de pobreza. Para Stephanie Hoopes, directora nacional de “United For ALICE”, la prevalencia de este creciente grupo demográfico podría indicar un problema económico estructural, que sustenta lo que parece ser una tendencia socioeconómica en crecimiento.
Para decirlo de manera coloquial: se podría argumentar que para estás nuevas generaciones se acabó el “sueño americano”. Ese concepto que se popularizó durante la década de los 50´en Estados Unidos. La idea central era que, si uno se esforzaba honestamente lo suficiente, estudiaba y trabajaba, sería posible tener un hogar propio, un par de automóviles y sostener dignamente una familia. La idea de una clase media al “estilo americano”, que parece actualmente elusiva para el estadounidense promedio. Y ya no se diga, para el resto del mundo.
De muchas maneras, el nivel de vida nunca ha sido demasiado alto en los países desarrollados -y para algunos sectores en aquellos en vías de desarrollo-. A pesar de esta aparente realidad, y de que muchos jóvenes tienen más oportunidades y experiencias académicas, personales así cómo profesionales que sus antecesores, sus expectativas y aspiraciones no se están cumpliendo. En muchas áreas, la vida nunca ha sido mejor. Sin embargo, la retórica en favor del modelo capitalista y democrático impulsado por occidente el siglo pasado, se está agotando para las generaciones millenial y Z.
Los millones de jóvenes que viven al día, sin ahorros y en casa de sus papás, va en aumento en el mundo. Según estimaciones -en Estados Unidos, donde hay más datos-, más del 40% de todos los hogares estadounidenses están luchando para cubrir los costos de sus gastos básicos.
Pululan en redes sociales -como Reddit- cantidad de posts que usan términos como "geoarbitraje" (la noción de ahorrar dinero para mudarse a un lugar más barato) y acrónimos como FIRE -Financial independence, retire early, en inglés- (abreviatura de "independencia financiera, jubilación anticipada", que es, en partes iguales, objetivo y mantra).
Muchos se sienten atraídos por un estilo de vida de “nómada digital”. Estilo que les permite la flexibilidad y los ingresos para viajar por el mundo indefinidamente recibiendo un sueldo remoto pero sin reflexionar mucho sobre su futuro.
Alrededor del globo, millones de jóvenes -y no tan jóvenes- se ven obligados a alquilar vivienda hasta una edad madura, mucho más que las generaciones anteriores. Viven al día, tienen poco o ningún ahorro, no planean hacerse de un bien inmueble o tener una familia. Tampoco piensan en una pareja a largo plazo. Para muchos, aspirar a un futuro estable es una posibilidad que quizás nunca llegue.
Un informe del Urban Institute en Estados Unidos encontró que solo el 37% de los millennials habían comprado una casa entre los 25 y los 34 años. En contraste, el 45% de los baby boomers -la generación anterior- habían podido comprar una casa a esas edades.
También la tasa de fertilidad de Estados Unidos ha disminuido oficialmente a su nivel más bajo jamás registrado. La tasa total de fertilidad cayó a 1.62 nacimientos por mujer en 2023: la más baja desde que comenzaron a tenerse datos en la década de 1930. En México, la tasa de fertilidad en 1980 era de 4.78, en el 2000 bajó a 2.72, y en 2023 era de 1.63.
Asimismo, según un estudio del Fondo Monetario Internacional, en 2023 México fue el segundo país donde se registró la mayor escalada de precios de la vivienda sólo detrás de Emiratos Árabes Unidos.
Adicional a los obstáculos citados, hay nuevos desafíos sin precedente a los cuales se enfrentan las generaciones hoy en día: el cambio climático y niveles nunca vistos de polarización política y social, sólo para mencionar un par.
El filósofo Zygmunt Bauman se refirió a la “Liquid Modernity” o “Modernidad Líquida” como una metáfora para explicar el mundo en el que vivimos las nuevas generaciones.
Este concepto –como categoría sociológica- está caracterizado por el vertiginoso cambio y la transitoriedad, la desregulación y la liberalización. La metáfora de la liquidez –propuesta por Bauman– señala como consecuencias nocivas del fenómeno una precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista, marcada por el carácter transitorio y volátil de sus relaciones, trabajos y lugares de residencia. "La modernidad líquida es una época sin certezas (...)" "la cultura “líquida” de la flexibilidad arruina la previsión de futuro (...)”
Las generaciones anteriores vivían en un mundo más predecible. En ese entonces, una profesión tradicional era garantía de empleo y un indicador de éxito y realización personal. Era un mundo en el que la familia y los amigos eran grupos concretos de pertenencia: una "aldea" finita y sólida.
Desde luego que resulta imposible y reduccionista culpar al sistema capitalista y democrático -y a la tecnología- de un fenómeno global en el que se conjugan muchísimas variables. Pero si fuera una simple ecuación matemática, es evidente e innegable que nos enfrentamos a un problema estructural -social, económico y político- muy complejo. Los modelos económicos y políticos se desgastan y se agotan, y las sociedades se transforman inevitablemente -más ahora con el avance vertiginoso de la inteligencia artificial-. Desde luego que la solución no consiste en reciclar viejas fórmulas antidemocráticas, autoritarias o estatistas, pero tampoco negar la realidad.
También sería muy ambicioso tratar de proponer una solución o hacer predicciones aventuradas en una columna de opinión. Sin embargo, no es difícil avizorar que se viven cambios muy radicales cuyas consecuencias serán trascendentales para la sociedad en su conjunto. Y que muchos de esos cambios serán dolorosos y con ramificaciones que van más allá de lo social. Es decir, que se adentrarán en la psique misma del individuo, y por tanto en el núcleo fundamental de la sociedad, que es la familia.
Twitter: @EduardoTurrentM