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El México gordo
Este México es inverosímil desde el momento al que a un prófugo de la justicia le hacen casita sus compañeros de partido para que se pueda escabullir al Congreso a rendir protesta como Diputado y ganar así un fuero que lo proteja.
Es un México impune donde hay que pedir línea al crimen para garantizar la supervivencia. Es corrupto y con pruebas de sobra de esa lamentable situación.
La pasividad y mezquindad política están en la triste lista de características nacionales contemporáneas, pero México también está enfermo y eso condiciona su viabilidad.
México podría encontrar con cierta facilidad solución a muchos males. Pero la obesidad que domina a la población está marcando a varias generaciones y alterando incluso la herencia genética.
Pero en el terreno económico la afectación es también muy importante. Los costos de atención médica de la gente con esta enfermedad se disparan comparados con los costos de las enfermedades tradicionales.
La adecuación de la infraestructura tiene también costos adicionales y la imposibilidad de tener rendimientos laborales duraderos e incluso ágiles, reducen la productividad.
En este México gordo, 70 de cada 100 adultos tienen sobrepeso y 35% de toda la población adulta de este país sufre obesidad. Son datos que dio a conocer la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Poco ejercicio y mucha comida chatarra son dos de los principales factores que hoy nos tienen postrados en los excesivos kilos de más. Y los costos son muy elevados.
Sin duda, el principal problema es de salud, pero en la parte económica las cuentas son terribles. Calcula la OCDE que las enfermedades crónicas asociadas con la obesidad y el sobrepeso costaron el año pasado 42,000 millones de pesos al sector salud y 25,000 millones de pesos se perdieron por la baja productividad del padecimiento.
Diabetes, hipertensión, osteoartritis, en fin todas las enfermedades directamente relacionadas con el peso excesivo cuestan más caro que los programas para alimentar a las familias más pobres del país.
El México gordo de las frituras y los excesos de carbohidratos ha alcanzado a la población infantil que detenta el nada orgulloso primer lugar de obesidad a nivel mundial.
Pero, además de los elevados y obvios costos superiores de la atención médica de los obesos, hay otras cuentas económicas sorprendentes. Desde la incidencia de permisos laborales, que es superior al ausentismo laboral entre la gente obesa, que entre los que tienen un peso ideal.
Pero además, la Universidad de George Washington revela que las mujeres obesas obtienen salarios inferiores a las mujeres que están en un peso adecuado. En los hombres, no. Dice el estudio que el peso no influye en el salario masculino.
Pero incluso ésa es una mala noticia, pues el factor salarial no es un incentivo para recuperar el peso ideal.
Y no es un asunto económico menor el hecho de que la gente con sobrepeso y obesidad tenga una expectativa de vida menor al resto de la población.
El México gordo es otro impedimento para que este país pueda acelerar el paso y saltar a niveles económicos superiores.
La primera piedra
Mexicana de Aviación cruza en estos momentos por una zona de turbulencia más. Sólo que ésta podría ser la definitiva para que salga al espacio azul y vuele tranquilo, o bien, aterrice de emergencia en la quiebra de la empresa.
En estos días, los últimos de septiembre, acreedores, sindicatos y demás partes involucradas en este enredo económico están sentados a la mesa con un grupo de inversionistas que está muy interesado en quedarse con la operación de Mexicana.
Los inversionistas, que dice el Secretario del Trabajo, son gente que sabe del negocio de la aviación y el turismo, y están en la mesa buscando la salida para que al menos una treintena de aviones pueda despegar con la marca Mexicana.
Ya no hay que esperar mucho, nos dicen. Es cuestión de días para saber si efectivamente Mexicana de Aviación podría empezar a promocionarse en octubre, vender boletos en noviembre y volar en diciembre.
O bien, si todo acaba aquí. Se liquidan los activos que le queden a la compañía y entonces empiece el proceso de liquidación en la larga fila que se ha formado, con los trabajadores en la primera posición.
ecampos@eleconomista.com.mx