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Opinión

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Diplomacia indígena mexicana

La Secretaría de Relaciones Exteriores será hoy la sede de la ceremonia indígena de purificación y propiciatoria de Don Leopoldo de Gyves de la Cruz —primera designación de un embajador zapoteco de México—, quien estará al frente de la Embajada de México en Caracas, Venezuela. Con este acto inicia también el encuentro sobre Diplomacia Indígena que inaugura el Canciller Marcelo Ebrard Casaubon, organizado en conjunto con los institutos nacionales de Pueblos Indígenas y de Lenguas Indígenas.

El encuentro se lleva a cabo en el marco del Decenio Internacional de Lenguas Indígenas y hace patente el compromiso del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador de impulsar la inclusión y visibilización de estos pueblos en todos los ámbitos de la política nacional e internacional. Es en América Latina donde se observa con mayor claridad la larga lucha de los pueblos originarios por lograr el reconocimiento de sus derechos, lenguas, tierras y territorios.

Lo que hoy reconocemos como diplomacia indígena, se remonta a los primeros momentos de la conquista española, en los que los representantes indígenas buscaron salvaguardar su identidad, incluyendo derechos territoriales y de organización. Los primeros liderazgos reivindicativos se hicieron visibles en nuestros convulsos procesos de independencia y la procuración de la defensa de estos derechos se hizo sin pretensiones de secesión o balcanización, una constante digna de admiración a lo largo del siglo XIX y XX.

La Declaración de Naciones Unidas sobre los Pueblos Indígenas (DUNUPI) —instrumento internacional fundamental sobre la materia—, que fue aprobada en 2007 por la Asamblea General tras años de negociaciones, no contiene una definición de su sujeto de derecho, una ambigüedad constructiva deliberada para lograr su aceptación y aplicación universal. No obstante, se reconocen los tres principios jurídicos fundamentales: la autonomía y libre autodeterminación, respeto a sus tierras y recursos naturales y derecho a la consulta y consentimiento previo libre e informado.

La diplomacia indígena ha tenido avances importantes. Esto se debe, entre otras razones, a su presencia permanente en la elaboración jurídica en torno al cambio climático o la Agenda 2030 para el Desarrollo. Recientemente, la UNESCO instituyó el decenio internacional de las lenguas indígenas 2022-32.

Según el Foro Permanente de Cuestiones Indígenas de la ONU, existen 6,700 lenguas indígenas, aun cuando los pueblos originarios constituyen menos del 6% de la población mundial. Según diversos cálculos, para finales del presente siglo cuando menos la mitad y hasta el 95% de esos idiomas se encontrarán en riesgo de extinción. Otros estiman la desaparición de una lengua cada dos semanas. Para evitarlo, la Agenda 2030 cuenta entre uno de sus objetivos garantizar el acceso igualitario de estos pueblos a todos los niveles de educación.

En México existen 68 lenguas indígenas. De acuerdo con la Constitución, “son pueblos indígenas aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas o parte de ellas”. El INEGI considera como indígena “el auto reconocimiento con base en su propia cultura tradiciones e historia”, al margen de si habla o no una lengua originaria, lo que refiere al criterio del Convenio 169 de la OIT y se recoge en el artículo 2 de la Constitución. Finalmente, el objetivo del gobierno es contribuir a la visibilización y promoción de esta diversidad lingüística y cultural así como buscar sinergias con otros países.

* Subsecretario para América Latina y el Caribe. SRE

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