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Día Mundial del Corazón: ¿Cuánto nos importa?
José Luis Cárdenas T. / @PepoCardenasT
El 29 de septiembre se celebra el Día Mundial del Corazón, una fecha para concientizarnos sobre la importancia del riesgo cardiovascular y las enfermedades cardiovasculares (ECV), que son la principal causa de muerte en todo el mundo.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), estas enfermedades causan aproximadamente 17.9 millones de muertes cada año, lo que representa aproximadamente el 31% de todas las muertes a nivel global. Para ponerlo en perspectiva, más personas mueren por enfermedades cardiovasculares que por cualquier otra causa.
Las ECV constituyen una clase amplia y compleja de trastornos que afectan fundamentalmente la función de los vasos sanguíneos y el corazón, en paralelo a órganos como el cerebro, la visión, los pulmones, los riñones, por mencionar algunos. Este conjunto de afecciones incluye enfermedades como la cardiopatía coronaria, el accidente cerebrovascular, la insuficiencia cardíaca y la hipertensión arterial, entre otras. Son problemas de salud crónicos que se han convertido en una preocupación de salud pública significativa en todo el mundo.
Además, las ECV constituyen un enorme costo social. A modo de ejemplo, un estudio llevado a cabo en la Unión Europa (UE), calcula que cuestan 282 mil millones de euros anuales, de los cuales 155mil millones (55%) corresponden a gastos del sistema de salud y de larga duración, lo que equivale al 11% del gasto sanitario total. Por otro lado, las pérdidas de productividad relacionadas con alguna ECV representaron el 17% (48 mil millones de euros), mientras que los costos de los cuidados informales fueron de 79 mil millones de euros (28%). Las ECV representaron un costo total de 630 euros por persona. Las cardiopatías coronarias representaron el 27% (77 mil millones de euros) y las enfermedades cerebrovasculares el 27% (76 mil millones de euros) de los costos de ECV.
En las últimas décadas, ha habido notables avances en el diagnóstico, tratamiento y prevención de las enfermedades cardiovasculares. Las intervenciones médicas, la cirugía, los medicamentos y la adopción de estilos de vida más saludables han contribuido a la reducción de las tasas de mortalidad en muchos países. Sin embargo, persisten desafíos importantes en la lucha contra las enfermedades cardiovasculares.
Uno de los desafíos clave es la detección temprana y el diagnóstico preciso. A menudo, las personas no son conscientes de que tienen una enfermedad cardiovascular hasta que experimentan un evento grave, como un infarto de miocardio o un ACV. Es fundamental mejorar la educación y la conciencia pública sobre los factores de riesgo y los síntomas de las ECV para fomentar la detección temprana y el tratamiento oportuno. En ese sentido iniciativas como Global HEARTS de la OMS o HEARTS de Las Américas, liderada por la Organización Panamericana de la Salud, juegan un rol fundamental. Entre los recursos disponible está la Calculadora de Riesgo Cardiovascular (que los invito a probar, al terminar de leer esta columna).
Todo esto se enmarca dentro de la medicina preventiva, que desempeña un papel fundamental en la reducción de las enfermedades cardiovasculares en la población. Las estrategias de prevención incluyen fomentar una dieta saludable, promover la actividad física regular, controlar la presión arterial, mantener niveles óptimos de colesterol, evitar el tabaquismo y reducir el estrés. Un estilo de vida saludable y tener foco en el bienestar pueden disminuir significativamente el riesgo de desarrollar ECV y mejorar la calidad de vida de las personas.
A pesar de los avances en el tratamiento, la baja adherencia a las terapias sigue siendo un problema grave en la gestión de las enfermedades cardiovasculares. Los pacientes pueden dejar de tomar sus medicamentos debido a efectos secundarios, complejidad del régimen de tratamiento, acceso y costo, falta de comprensión sobre la importancia de seguir el tratamiento, entre otros motivos. Esto puede resultar en un control inadecuado de la enfermedad y un mayor riesgo de complicaciones.
Uno de los nuevos y grandes aliados para la prevención, diagnósticos, tratamiento y adherencia a las terapias es la salud digital, que engloba aplicaciones móviles, dispositivos portátiles y plataformas en línea. Estas herramientas pueden proporcionar recordatorios de medicamentos, llevar un registro de la presión arterial, controlar la actividad física y la alimentación, y ofrecer educación sobre el manejo de la enfermedad, entre otros.
Además, la telemedicina ha demostrado ser una solución efectiva para la monitorización remota de pacientes con enfermedades cardiovasculares. Los pacientes pueden comunicarse con sus médicos de manera virtual para consultas de seguimiento, lo que mejora la gestión de la enfermedad y la adherencia a las recomendaciones médicas.
En conclusión, las enfermedades cardiovasculares continúan siendo una carga significativa para la salud global, con altas tasas de mortalidad y morbilidad. Sin embargo, los avances en el tratamiento y la prevención, junto con la integración de la salud digital, ofrecen un rayo de esperanza. La educación continua, la promoción de estilos de vida saludables y el acceso a la atención médica son esenciales para abordar este problema de salud de manera integral. La colaboración entre los profesionales de la salud, los investigadores, los responsables políticos y la industria tecnológica puede allanar el camino hacia un futuro en el que las ECV sean manejadas de manera más efectiva y se reduzcan sus devastadores impactos en la población y la sociedad en conjunto.
*El autor es experto en políticas públicas en salud, Director de la Asociación Chilena de Derecho de la Salud, ha sido académico en diversas universidades chilenas sobre temas relacionados con sistemas de salud.