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De Swaan, ¿víctima o evidenciado?
Mucho se me ha acusado de la mala fe que le tengo a Mony de Swaan, de mi falta de comprensión y sensibilidad ante sus reiteradas y millonarias violaciones a la ley, principalmente, en materia de adquisiciones gubernamentales. Que si le estoy levantando falsos, que si le pego como a una piñata, que si mi pluma está comprada, que si lo maté en la pantalla, que si lo linché en los medios, que si ensucié su angelical trayectoria, que si lo acusé con su mamá... Y cualquier cantidad de lloriqueos que solamente buscan rodear el tema y distraer la atención de las pruebas que ya he presentado y publicado sobre el caso Procobhi, el caso UAEM y el caso Bauer, al menos.
Claro, como a nadie le gusta que le saquen sus trapitos al sol, es muy fácil intentar el viejo truco político que consiste en evadir las acusaciones y evidencias en contra y sembrar la semilla de la duda en el público sobre los intereses ocultos y misteriosos que, supuestamente, me rodean.
Dejemos este punto claro de una buena vez: cualquier ciudadano tiene derecho a solicitar que el Estado le rinda cuentas de su gestión, a que se le dé el acceso a toda la información pública gubernamental y a denunciar a quien malgaste o utilice para su beneficio propio los recursos del gobierno. Yo no he hecho más que ejercer mis derechos como ciudadano e incluso me parece que no hacerlo sería una conducta irresponsable de mi parte, más aún como Presidente del Idet, que vela por los intereses de la industria de las telecomunicaciones.
No veo cómo pueden calificarse de agresivas mis investigaciones sobre la gestión del señor De Swaan, cuando prácticamente en todos los casos arrojan infinidad de incongruencias, sospechas y cada vez más pruebas de las irregularidades que ya he venido publicando desde hace tiempo. Ya se probó la presencia indocumentada del Procobhi en la Cofetel, ya el propio Bauer reconoció su amistad y celebración de contratos con De Swaan y, por si fuera poco, hace un par de semanas la propia UAEM informó que no cuenta con una lista de nombres y apellidos de las personas que prestaron, prestan o van a prestar servicios ante la Cofetel, toda vez que el proceso o procedimientos de contratación y selección de personal es establecido por un tercero, a través de un servicio subcontratado, por lo que la UAEM no mantiene relación directa con dicho personal , probando con esto la triangulación de recursos federales, a terceros subcontratados por la UAEM.
Por su parte, cuando se le cuestionó a la Cofetel sobre la documentación con la que la UAEM le comprobó su capacidad para cumplir los contratos y convenios celebrados con aquella, la Cofetel entregó la semana pasada una carta firmada por el licenciado Erick Torres Mulhia, apoderado legal de FONDICT-UAEM donde, entre otras cosas, manifiesta que el personal que interviene para la prestación de los servicios antes señalados [Servicios de Soporte, Mantenimiento y Desarrollo de Aplicaciones para la COFETEL 2012], cuenta con la experiencia y capacidad que se requieren para el cumplimiento y ejecución de dichos servicios . ¿No se supone que la propia UAEM no sabe ni quiénes prestaron los servicios? ¿No se supone que, a su entender, fueron todos subcontratados? Y, entonces, ¿cómo es que la UAEM sabe que el personal tiene experiencia y capacidad cuando ni siquiera los conoce? La respuesta es clara: la UAEM no sabe nada porque es simplemente un intermediario en la triangulación de recursos que no percibe, por servicios que no presta, sino que solamente los transfiere a terceros afortunados. Y, por si fuera poco, la carta está firmada el 30 de diciembre del 2011, fecha en la que la Cofetel ya había celebrado contratos con la UAEM por al menos 35 millones de pesos, sin tener siquiera la evidencia de que la Universidad contara con la capacidad para prestar los servicios, según lo exige el artículo 1 de la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público y el artículo 4 de su reglamento.
La Cofetel ya ha informado que tiene empleados de la UAEM en sus oficinas cumpliendo con los contratos que se le adjudicaron de manera directa; la UAEM no tiene idea de quiénes son y dice que todo fue subcontratado, y a mí lo único que me queda claro es qué se están pagando más de 73 millones de pesos a un grupo de desconocidos que ni la UAEM ni la Cofetel parecen conocer. ¿Y si mejor le preguntamos directamente a Mony de Swaan si los conoce? No vaya a ser que sean sus amigos también, con eso de que es muy sociable.
Me parece que la evidencia es clara y, en mi opinión, resulta más sospechoso quien busca restarle importancia que quien insiste en exigir que el gobierno le rinda cuentas. Ningún argumento servirá como distractor de estos temas, a menos que atacara directamente las evidencias que he presentado, si es que eso es posible. Lo demás no son más que patadas de ahogado.
gsoriag@prodigy.net.mx