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¡Cuidado con los fraudes bancarios digitales!
Cada vez es más frecuente escuchar acerca de casos en los que los cuentahabientes denuncian que, a su nombre solicitaron créditos y luego fueron transferidos a terceros.
En los últimos días en las redes sociales ha aumentado el número de casos de personas que aseguran que han sido defraudados y que su banco simple y sencillamente no los atiende.
Un caso que llamó la atención en días pasados, fue el de un cuentahabiente de CitiBanamex; pero también se han registrado de otros bancos.
Vía Twitter, una persona identificada como @_carlosseo relató el caso de fraude a su padre, por 140 mil pesos.
Alguien pidió un crédito por esa cantidad, a nombre del papá de @_carlosseo y, lo transfirió a la cuenta de un tercero.
Cuando el afectado preguntó en el banco le respondieron que él había hecho la solicitud del crédito y había realizado la transferencia, de acuerdo con la versión de @_carlosseo, en Twitter.
Con la difusión que tuvo el caso, fue atendido por el banco y el propio denunciante reconoció que su papá fue engañado por defraudadores. Este es un ejemplo del tipo de fraude que se realiza con mayor frecuencia.
Un número importante de fraudes bancarios, mediante operaciones digitales, se realizan en contra de adultos mayores.
En la mayor parte de los casos, mediante engaños, los defraudados entregan sus datos a los delincuentes.
Sin embargo, por el número de casos y el modus operandi que se reporta, ha comenzado a generarse una idea general de que hay una participación directa de empleados de los bancos en los distintos tipos de fraudes que se vienen registrando.
El ex presidente de la Condusef, Mario Di Costanzo, expresó en su cuenta de Twitter: “En el caso de @Citibanamex el ‘modus operandi’ del fraude que se está cometiendo estos días es bastante sofisticado y por la forma de hacerlo se requiere la colaboración de alguien de adentro. Ojo no caigan”.
Es difícil saber si realmente es así. Pero lo que sí es evidente es que las bases de datos de las personas, en México circulan por todas partes. A cuántos de nosotros no nos hablan diariamente en innumerables ocasiones de bancos, telefónicas, tiendas, aseguradoras y todo tipo de comercios para ofrecernos servicios. Y cuando nos llaman ¡nos buscan por nuestro nombre!
En la transición de las operaciones bancarias tradicionales a las operaciones digitales, hay retos mayúsculos para los bancos tanto para su modernización como en los “candados” con los que debe preservar la seguridad de sus cuentahabientes.
Por ejemplo, Di Costanzo publicó en la red un extracto de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicado el pasado 5 de agosto en el que resuelve que en las transferencias electrónicas bancarias, cuando la dirección de protocolo de internet (IP) tiene un lugar de origen inusual y a pesar de ello el banco autoriza la operación sin antes suspender el servicio de banca electrónica o rechazar la transacción precautoriamente, debe considerarse que el cliente no otorgó su consentimiento, aún cuando se hayan utilizado todos los factores de autenticación necesarios para aprobarla.
Adicionalmente, desde el pasado 23 de marzo del año 2021 entró en vigor la obligación de los bancos de la geolocalización para las operaciones. Los bancos pueden y deben de usarla para atender las reclamaciones de los usuarios afectados.
Sin duda, los bancos tienen mucha tarea por realizar, para evitar que les roben su identidad e imagen institucional y, con ello, impedir la defraudación de sus cuentahabientes.
En paralelo, hay una enorme responsabilidad de los usuarios, para aprender a utilizar los nuevos canales digitales y cuidar su información y datos personales.
El presidente de la AMB, Daniel Becker, sostiene que los cuentahabientes, tienen la responsabilidad de guardar con el más riguroso celo, sus claves, tokens, y la información de sus tarjetas, de la misma forma con que cuidan las llaves de sus hogares.
Cierto, todos somos corresponsables en el manejo de nuestras claves y contraseñas. Pero los bancos deben hacer mucho más para evitar que sus clientes caigan en las redes de los delincuentes digitales. ¿O no?