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Llegada de Papa a Brasil, lucha por recuperar fieles
El país católico más poblado del mundo significa un gran reto para el Vaticano debido al alto número de adeptos que cambian de fe.
Río de Janeiro. Durante su peregrinación a Brasil esta semana, el Papa Francisco bendecirá el nuevo altar de una pequeña capilla de arenisca en una favela al norte de Río, y luego se dirigirá a sus seguidores en un campo de futbol callejero.
Ansiosos por ver al Santo Padre en su primer gran viaje, que comenzó con su llegada ayer a Brasil, las multitudes en el barrio Varginha serán emocionarán y el pontífice, sin duda, va a ganar más admiradores gracias a su estilo más cercano a la gente.
Pero la orden religiosa en este barrio pobre seguirá siendo la misma cuando él se vaya: la capilla es un pequeño puesto de avanzada católico rodeado de varias iglesias evangélicas, un microcosmos de los desafíos que enfrenta el Vaticano en el país católico más poblado del mundo.
Con 200 millones de personas, cuya gran mayoría profesa alguna fe, Brasil es un enorme campo de batalla por las almas. Cuenta con uno de cada 10 católicos de todo el mundo, por lo que es de enorme importancia para el Vaticano.
Sin embargo, desde hace años, el catolicismo ha estado en el lado perdedor de una batalla campal con las cada vez más influyentes iglesias cristianas evangélicas.
Entre los que disputan la supremacía de la religión católica en Varginha está la iglesia Asamblea de Dios, donde un pastor de anchos hombros y una sonrisa de oro, Elenilson Oliveira, toca una guitarra eléctrica y utiliza su estruendosa voz para llamar a los vecinos del barrio a unirse a su Iglesia y credo. Muchos lo hacen.
Los fieles vienen buscando la salvación y ayuda con sus tribulaciones diarias -adictos a las drogas, madres solteras, ancianos y jóvenes confundidos sobre su futuro.
En 1960, más de nueve de cada 10 brasileños se consideraban católicos. Ahora 42 millones afirman ser evangélicos, más de uno de cada cinco brasileños. La mayoría de ellos son pentecostales, y participan en ceremonias en las que los fieles hablan en lenguas raras y tratan de purgar de su cuerpo a los demonios.
Cultos animistas, como candomblé y umbanda, también cuentan con un gran número de seguidores. De igual manera, cada vez más millones de brasileños dicen no tener afiliación religiosa, ser agnósticos o ateos.
La Iglesia cuenta con el Papa Francisco, un argentino de 76 años que posee una sensibilidad latinoamericana, carisma y un estilo humilde, para cambiar el rumbo espiritual hacia el catolicismo. A su llegada ayer, Francisco mostró inmediatamente su lado populista, al saludar desde un coche pequeño en las calles atestadas de tráfico de Río de Janeiro, tocando aquellos que se acercaron y besando a un bebé que le fue entregado.
Francisco se enfrenta a un movimiento evangélico rico y políticamente influyente. Éste incluye a un grupo de extravagantes predicadores que supervisan las instituciones con millones de miembros, como Edir Macedo, de la Iglesia Universal del Reino de Dios, un multimillonario que controla la segunda cadena de televisión más grande del país.
Los evangélicos tienen una presencia cada vez mayor en los partidos políticos y tienen cerca de 70 escaños en la Cámara Baja del Congreso. Su número y su capacidad de trabajar en conjunto los convierten en una fuerza para enfrentar en temas como los derechos de los homosexuales y la legalización del aborto, a los cuales se oponen fuertemente.
Para funcionarios de seguridad brasileños
Visita de Francisco es un reto fuera de lo común
Desde que tomó el timón de la mayor Iglesia del mundo en marzo, el Papa Francisco se metió entre las multitudes con una protección mínima para abrazar a los niños y lavar los pies de los fieles. Se ha ganado elogios de que está rompiendo las barreras entre el Vaticano y los 1,200 millones de católicos del mundo.
Sin embargo, para los funcionarios brasileños encargados de la protección del pontífice, su visita es un desafío fuera de lo común.
En su primer viaje al extranjero como Papa, Francisco planeó gran parte de su itinerario en eventos de alto perfil que lo llevan directamente a ambientes potencialmente caóticos -sin la protección del Papamóvil. (AP)