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Cuatro tips para resolver juntas laborales problemáticas

Amadas por unos, odidas por otros, las juntas de trabajo son necesarias en todos los centros de trabajo; sin embargo, en esos momentos es cuando más conflictos surgen.

Amadas por unos, odiadas por otros, las juntas de trabajo son necesarias en todos los centros de trabajo, ya que es a través de esas reuniones que se conocen los problemas de la empresa y se generan estrategias de negocios; sin embargo, en esos momentos es cuando más conflictos surgen.

La larga duración de las reuniones, la cantidad y la carga de trabajo, son algunos de los problemas que representan las juntas para los trabajadores, sin dejar de lado que, según datos de la firma WorkMeter, 47% de los colaboradores se queja de que son una pérdida de tiempo.

Además, cuando se vuelven caóticas y la conversación se convierte en

conflicto, se traduce en tensión para los asistentes.

“La causa principal de la mayoría de los conflictos en una junta de trabajo es la lucha por la validación. Es decir, la raíz no son las diferencias irreconciliables sino una necesidad básica no satisfecha, lo cual es algo que se puede corregir”, señala Karina Navarro, quality assurance manager de Kokatu.com, plataforma dedicada a encontrar espacios de de trabajo.

Cuando el ambiente se vuelve tenso, pueden surgir problemas que incluso pongan en riesgi la empresa. Por ello, es importante saber cómo actuar en situaciones así.

De acuerdo con Harvard Business Review, existen algunos puntos que se pueden trabajar para convertir la tensión en conversación, los cuales son:

Interrumpir el caos

Todas las emociones tienen un tiempo y un ritmo. La felicidad y la conexión son lentas y hay emociones como la hostilidad y la actitud defensiva que son rápidas y confusas, provocando una aceleración del pulso y de las palabras.

Para cambiar la emoción de un grupo la mejor forma de hacerlo es provocar un cambio, desacelerar el ritmo del habla y tal vez sea necesario subir el volumen de nuestra voz y hacernos escuchar.

Una vez captada la atención, la clave es bajar la voz y la velocidad utilizando una comunicación positiva e integrante, destacando que somos un equipo.

Cambio para procesar

Llamar la atención sobre lo que está sucediendo: “ No estamos consiguiendo los objetivos”, “No estamos aquí para esto”, “Estamos perdiendo el norte”… Así daremos tiempo para templar los egos y los temperamentos y cambiar el tema de discusión para centrarnos no en el problema, sino en la resolución del mismo, que es el motivo de la reunión.

Nuestras palabras deben llevar al grupo a visualizar un enemigo común, que no es otro que el proceso ineficaz en el que nos vemos envuelto y hacer una llamada a la madurez del equipo para invitarlos a asumir la responsabilidad y necesidad de dar con un proceso efectivo.

No hay que buscar culpables ni humillar a nadie, la clave está en hacer ver que todos estamos de acuerdo en que hemos llegado en un punto que no nos

lleva a ninguna parte.

Proponer una estructura

El líder debe ofrecer una estructura de reunión que garantice la escucha, que cada participante tenga que explicar su postura de modo calmado, razonable

y responsable.

Sin duda, esto hará que cada persona tome su tiempo para replantear sus argumentos y expresarlos de una forma más calmada.

Honrar los acuerdos

Es posible que incluso con la nueva estructura las emociones persistan y se salten la estructura marcada, interrumpiendo a los participantes y remarcando las discrepancias.

Si esto ocurre la mejor salida es remarcar que todos hemos acordado una estructura, que tenemos un compromiso y que vamos a respetarlo en beneficio de todos.

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