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CSKA de Moscú: la crisis que no los limita a soñar en Champions League

El segundo club más ganador de Rusia dejó de ser protagonista debido al desembolso de 340 mdd que hizo su propietario para construir un nuevo estadio. Ahora tienen que vender a sus mejores futbolistas y llegarán nuevos prestados, libres o por bajo costo.

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El CSKA de Moscú obtuvo 38 millones de euros en el mercado de fichajes pasado, gracias a las ventas de sus mediocampistas Vitinho y Aleksandr Golovin. Una cifra que, en teoría, podrían invertir en la compra de buenos jugadores para reforzar la plantilla, teniendo en cuenta que son los subcampeones de la Liga rusa y que participan en la Liga de Campeones.

Pero, en lugar de eso, sólo invirtieron 7.2 mde en la compra de cinco futbolistas y siete más los adquirieron libres, prestados o provenientes de sus divisiones inferiores. Pero, ¿por qué no invirtieron más para reforzar al plantel?

La respuesta obedece a que el club sufre una crisis económica provocada por la construcción del VEB Arena —el estadio del equipo— que se inauguró en el 2016 y del que Evgeniy Giner, el propietario mayoritario del club, tuvo que pedir un préstamo bancario (que aún no liquida) para solventar la construcción del inmueble que tuvo un costo de 340 millones de dólares.

Giner, un magnate multimillonario de la industria eléctrica, no tuvo ayuda del gobierno para solventar los gastos del inmueble, pese a que 25% del club es propiedad del Ministerio de Defensa ruso.

No siempre fue así. Hubo una época en la que el gobierno ruso sí ayudaba al equipo...

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El CSKA de Moscú se fundó en 1911 y es el equipo de futbol más antiguo de Rusia.

Originalmente era un club deportivo, en el que el primer deporte que se practicó fue el esquí y posteriormente se adoptó el futbol.  En 1923 —cinco años después de la revolución de octubre— el poder del estado transformó al club y al resto de los equipos deportivos del país. Todos fueron disueltos por el gobierno socialista, debido a que los consideraba burgueses.

El gobierno de la Unión Soviética dio la orden de refundar los equipos deportivos con las instalaciones que ya tenían y dárselas a las instituciones públicas de la nación. El Dínamo se lo dio a la policía; el Lokomotiv al Ministerio de Transporte que manejaba los ferrocarriles, mientras que al CSKA se lo dio al Ejército Rojo.

El CSKA no levantó títulos en los siguientes 13 años e incluso debió descender a la segunda división del futbol soviético en las temporadas del 36 y 37 debido a que quedó en el último lugar del torneo, pero la injerencia de los altos mandos militares y otros funcionarios del gobierno lo evitaron. En su lugar, ampliaron la primera división para que pudieran mantener la categoría.

El equipo encontró la forma de quedarse en el máximo circuito, pero no de subir su nivel futbolístico. Entonces encontraron la forma de reforzarse sin comprar jugadores como lo hacían los clubes de occidente: el reclutamiento militar.

Así ficharon a jugadores con el pretexto de que el Ejército los necesitaba.

De esa forma anexaron a los mejores futbolistas de otros clubes de la Unión Soviética, como Gregory Fedotov —quien jugaba para el Serp I Molot— y quien se convirtió en el máximo goleador del equipo en la historia en torneos de Liga con 126 goles.

El modelo del futbol del CSKA se detuvo con la Segunda Guerra Mundial. Algunos jugadores fueron llamados a combatir en el frente de batalla y otros fueron protegidos por el Ejército para que continuaran entrenando. Pero ni ellos estuvieron a salvo del conflicto. En 1941, los futbolistas tuvieron que defender las instalaciones del club y el edificio del Estado Mayor de un ataque de los alemanes, según cuenta el escritor Valentín Nikolaev en su libro CSKA!

Una vez que concluyó el conflicto en 1945, el club vivió su época dorada. Levantó siete títulos de Liga y cinco de Copa. Aunque, sólo siete años después, vivió uno de sus pasajes más oscuros: el club representó a la Unión Soviética en los Juegos Olímpicos de Helsinki 52, en los que terminaron eliminados en la primera ronda por Yugoslavia.

Cuando regresaron al país, el Ministerio de Deportes decidió disolver al club como castigo. Algunos de los jugadores fueron reasignados a otros equipos, mientras que los tres capitanes fueron suspendidos de por vida.

El club se refundó al año siguiente, pero perdió su protagonismo. Sólo pudo retomarlo al inicio de la década de los 90 cuando ganó sus últimos títulos de Liga y Copa. Con la desintegración de la Unión Soviética, el CSKA volvía a perder su mejor momento.

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El club tuvo un paso anecdótico hasta el 2001, año en el que el Ejército vendió la mayor parte del club a Giner.

La llegada del empresario permitió que el CSKA viviera una segunda etapa dorada. Ganó seis campeonatos de Liga, siete de Copa, siete de la Super Copa rusa y también el de la Copa del UEFA de la campaña 2004-05, que significó el primer diploma europeo para un club ruso desde la desintegración de la Unión Soviética.

Mientras el club llenaba las vitrinas de esos trofeos, el equipo no tenía un estadio propio, debido a que con la venta de la mayor parte de la institución, el Ejército dejó de proveer su estadio para que jugara el equipo.

Giner decidió construir el nuevo inmueble a costa de que el equipo sufriera los estragos económico-deportivos de su decisión, esa misma que le impidió invertir los 38 millones de euros este verano en más futbolistas.

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