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Las hormigas tienen un sistema de sacrificio selectivo para evitar brotes, según Nature

Foto: www.nhm.ac.uk

Las hormigas también toman decisiones extremas cuando se trata de proteger a su grupo, y un nuevo estudio publicado en Nature Communications describe un comportamiento que los científicos comparan con una especie de enfermedad altruista, donde las crías enfermas de ciertas hormigas “avisan” químicamente a sus compañeras para que las eliminen antes de que el patógeno se vuelva peligroso para toda la colonia

Un sacrificio químico por el bien de la colonia

El trabajo, titulado “Altruistic disease signalling in ant colonies”, se realizó con la hormiga de jardín invasora Lasius neglectus, una especie en la que las obreras cuidan a las pupas, es decir, a las crías en la fase intermedia entre larva y adulto

Las pupas fueron infectadas de manera controlada con un hongo patógeno, Metarhizium brunneum, y los investigadores siguieron de cerca cómo respondían las obreras ante esos individuos enfermos, no solo en su comportamiento, sino también en los cambios químicos que se producen en la superficie del cuerpo de las crías

Lo que observaron es que las pupas obreras enfermas no se limitan a “oler distinto” por efecto del hongo, sino que modifican de forma activa su perfil de hidrocarburos cuticulares, un conjunto de compuestos que funcionan como su tarjeta de identidad química, y solo lo hacen cuando están infectadas y en presencia de otras trabajadoras

Esa señal desencadena una conducta conocida como “desinfección destructiva”, en la que las obreras abren el capullo antes de tiempo, muerden a la pupa y la rocían con sustancias antimicrobianas, lo que termina con la vida del individuo, pero también con la del patógeno, y reduce el riesgo de que la infección se propague por el nido

Para comprobar que no se trataba de una simple consecuencia pasiva de la enfermedad, el equipo extrajo los compuestos químicos de pupas que ya estaban siendo sacrificadas y los aplicó sobre pupas sanas, y las obreras reaccionaron del mismo modo, las trataron como irrecuperables y las destruyeron, lo que demuestra que la señal química es suficiente para activar la respuesta letal de la colonia

Obreras que se delatan, reinas que resisten

En la mayoría de los animales sociales, los individuos enfermos suelen ocultar sus síntomas para evitar el rechazo, la agresión o la pérdida de recursos, pero en estas hormigas ocurre lo contrario, porque cuando la infección supera la capacidad de defensa del organismo, la pupa obrera “elige” delatarse para proteger a sus parientes

El estudio muestra que tanto pupas obreras como pupas de futuras reinas activan genes del sistema inmune cuando se exponen al hongo, sin embargo, solo las obreras aumentan de manera específica dos hidrocarburos cuticulares, C33:2 y C33:1, y solo lo hacen cuando hay trabajadoras presentes, lo que indica que no es un subproducto automático de la infección, sino un proceso regulado por el propio huésped

Además, los investigadores vieron que la carga de infección en las pupas obreras aumenta con el tiempo y no se estabiliza, mientras que en las pupas de reina primero sube, pero luego disminuye, lo que sugiere que el sistema inmune de las reinas sí consigue recuperar el control del patógeno

Por eso, las pupas de reina no emiten la señal que las condenaría a ser destruidas, no porque “hagan trampa” a costa de la colonia, sino porque su mayor inversión inmune de base les permite manejar la infección y conservar su valor reproductivo, de modo que eliminarlas de manera automática sería un costo innecesario para el grupo

Una inmunidad social de alta precisión

Las hormigas, las abejas y las termitas ya eran conocidas por sus estrategias de “inmunidad social”, que incluyen desde el aseo mutuo y el aislamiento de individuos enfermos, hasta la retirada de crías infectadas, comportamientos que funcionan como una especie de sistema inmune colectivo

Lo que aporta este trabajo es la descripción de un mecanismo mucho más preciso, en el que no se sacrifica a todo aquel que se infecta, sino solo a quienes ya no pueden ganar la batalla contra el patógeno

En vez de reaccionar ante señales generales de enfermedad, la colonia parece responder a un código químico complejo que refleja el estado real de la infección y la capacidad del individuo para recuperarse, así se evita matar pupas que todavía podrían salvarse, especialmente si se trata de futuras reinas, que son costosas de producir y esenciales para la supervivencia a largo plazo de la colonia

En ese sentido, los autores comparan este fenómeno con lo que ocurre a escala celular en un organismo multicelular, donde algunas células infectadas o dañadas se marcan para ser destruidas por el sistema inmune con tal de preservar al conjunto, y trasladan esa lógica a la colonia, entendida como un “superorganismo” en el que cada hormiga es una parte funcional más de un cuerpo colectivo

Qué nos dice este hallazgo sobre el altruismo

El estudio encaja con las teorías evolutivas sobre el altruismo en organismos altamente sociales, donde las obreras no se reproducen y su éxito genético depende de la supervivencia de la colonia y de la descendencia de la reina

En un contexto así, sacrificar la propia vida cuando la infección ya es prácticamente irreversible, pero todavía se puede evitar un brote mayor, puede resultar una estrategia favorecida por la selección natural

El hallazgo también refuerza la idea de que la comunicación química en insectos sociales funciona como un verdadero lenguaje, capaz de codificar no solo la identidad y el rol dentro del nido, sino también el estado de salud y la probabilidad de supervivencia de cada individuo

Y, al mostrar cómo una colonia distingue entre infecciones recuperables y terminales, abre la puerta a nuevas preguntas sobre cómo se podrían modelar o incluso inspirar sistemas de detección temprana de enfermedades en otros niveles de organización, desde granjas de insectos hasta poblaciones animales más complejas

En resumen, este trabajo sugiere que en algunas colonias de hormigas, cuando una pupa obrera enferma ya no puede salvarse, no se limita a esperar su destino, sino que lanza una última señal química para que las demás la destruyan y así protejan al resto, un sacrificio silencioso que, desde la lógica de la evolución, termina siendo una forma extrema de cuidado colectivo

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