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Arte e Ideas

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Richard Bona, una supernova entre estrellas

Para quienes lo conocíamos, era totalmente predecible: El bajista Richard Bona se robó el concierto de la Mike Stern All Star Band el martes en el Teatro de la Ciudad.

Para quienes lo conocíamos, era totalmente predecible: El bajista Richard Bona se robó el concierto de la Mike Stern All Star Band el martes en el Teatro de la Ciudad.

Si lo ponemos en términos astronómicos, Stern (guitarra), Dave Weckl (batería) y Bob Franceschini (saxofón tenor) son auténticas estrellas, los dos primeros de gran magnitud y el tercero tendría un tamaño y un brillo medio, como el del Sol.

Pero Bona es una supernova, un evento único, irrepetible.

El concierto comenzó con dos piezas de Stern, del disco Who let the cats out. Bien, muy bien. La fusión jazz rock que caracteriza al guitarrista se hizo presente desde el riff temático y en el magnífico solo del guitarrista al que solo cabría criticarle el volumen excesivo de la distorsión que llegaba a opacar a sus compañeros.

Pero nada realmente nuevo. La estructura de las piezas, por ejemplo: presentación del tema, variaciones, solos (impresionantes, eso sí) de cada uno de los virtuosos mientras los demás le dan un pequeño y repetitivo apoyo, regreso al tema, variación final, final roquero.

La tercera pieza era de la autoría de Bona. Y desde las primeras notas (que tocó Stern solo) se hizo evidente que estábamos ante música que se escapa de cualquier etiqueta. Tiene algo de jazz, pero también está la mezcla entre arpegio y melodía que caracteriza a las guitarras africanas.

Se armó el diálogo con el bajo y el género se diluyó aún más: Hey, eso es country; no, es un chiste.

Los músicos gozan, juegan. Nosotros también. Se incorporan Dave y Bob y ahora sí parece que estamos en otro mundo, en uno mejor. Bona adereza con la voz. La pieza fluye y parece que están improvisando todos a la vez…

Después Bona improvisó, el solo, las seis voces de una pieza inventada al momento, grabándolas en loop para que se escucharan todas a la vez, se lleva la ovación segunda ovación de la noche.

Ni hablar, ante el genio no hay nada que hacer. Nunca ha habido. Hace algunos siglos, Georg Phillip Telemann pudo ser el mejor músico de su época, pero existió un genio llamado Johann Sebastian Bach.

De cualquier forma, supernova o no, la noche del martes, pudimos asistir a una conjunción astral que, siguiendo con la analogía barroca, fue como si hubieran tocado juntos Telemann, Vivaldi y, bueno, Richard Bona.

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