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“La ficción no es un buen instrumento político”: Enrique Serna
El atentado contra Salman Rushdie, reflexiona el Premio Xavier Villaurrutia 2019, es consecuencia de las asimetrías en el desarrollo del mundo. La buena literatura, agrega, siempre debe gestarse fuera de los cartabones de lo políticamente correcto.
En el libro hay personajes que han entregado el timón de sus vidas o han descubierto que alguien se los arrebató. Me interesaba mostrar los conflictos que suceden cuando eso pasa, en qué se transforman esos personajes”.
Enrique Serna, escritor.
En su libro de cuentos Lealtad al fantasma (Alfaguara, 2022), recién salido de la imprenta, el escritor Enrique Serna se toma una libertad creativa que por rigor no pudo ejercer en la novela El vendedor de silencio, un rigor que sin embargo le valió el Premio Xavier Villaurrutia 2019.
Además del mencionado, Serna es poseedor de varios de los principales premios en el país para obras individuales, entre ellos el Mazatlán de Literatura 2000, por El seductor de la patria; el Bellas Artes de Narrativa Colima 2004, por Ángeles del abismo, y el Antonin Artaud 2011, por La sangre erguida, además del Premio Excelencia en las Letras José Emilio Pacheco 2020 por el conjunto de su obra.
Hay en todas sus historias, tanto las noveladas como en los relatos cortos, personajes seducidos, cooptados o subyugados por el poder. Lealtad al fantasma no es la excepción, pero sí hay una diferencia más intimista en esta serie de cuentos, acota Serna en entrevista, quien se adentra en el seno familiar, en las sábanas y los pensamientos llenos de contrariedades de individuos con pulcras imágenes públicas.
Con un hilo de humor fino y oscuro, casi imperceptible, el autor pone a sus personajes en ese preciso momento donde su vida, por más aséptica que parezca, es susceptible de resquebrajarse. “Está claro en este libro que hay un distanciamiento irónico que me permite ver el lado cómico o ridículo de sus conductas que, la verdad, no siento que sean muy diferentes a las mías. Finalmente todos estos personajes tienen algo de mí”.
Ficción y política
“La ficción no es un buen instrumento para emitir opiniones políticas”, responde Serna cuando se le pregunta sobre el constante trasfondo político en el conjunto de su obra. “La narrativa trata de construir un espacio autónomo que se centra en el estudio de la conducta y esa conducta por supuesto que no ocurre en el limbo, sino en un determinado contexto histórico-social que a veces influye bastante en la vida de mis personajes. Yo no utilizo nunca la ficción para opinar de política, para eso tengo otras tribunas. Lo que sí trato de hacer es mostrar en qué momento histórico y en qué tipo de sociedad ocurren las historias”.
Enrique Serna se mantiene distanciado de la vida pública, sobre todo de las redes sociales. No suele dar opiniones de las convulsas coyunturas diarias y si acaso vierte alguna opinión en su columna semanal, pero no por ello ha dejado de ser ese escritor distante, del que únicamente se escucha una vez que ha publicado una obra. Se le pregunta si ese distanciamiento de la vida pública le ha permitido desmarcarse de las acotaciones de lo políticamente correcto en la literatura.
“Yo creo que no se puede escribir literatura dentro de la corrección política. La buena literatura siempre está fuera de esos cartabones porque en cuanto tratas de crear seres humanos de verdad, con todas sus flaquezas y pasiones, estos desbordan el encuadramiento ideológico que tiene la mala literatura”.
Sobre Salman Rushdie
Estas declaraciones permiten poner sobre la mesa la situación de Salman Rushdie, quien ha sido perseguido y condenado a lo largo de más de tres décadas por la publicación de Los versos satánicos y quien el viernes pasado fue agredido de gravedad con un arma blanca. Los hechos, el estado de salud del escritor indio-británico y la polarización política por el hecho, se han globalizado en tiempo real.
“La política es un campo de batalla en donde siempre se están tratando de exaltar las peores pasiones de la sociedad, los odios, sobre todo en esta época de los populismos exacerbados. El caso de Rushdie es una consecuencia de que haya tales asimetrías en el desarrollo de los pueblos, que haya todavía regiones enteras del mundo que viven prácticamente en la edad media, donde aún no hay separación entre la Iglesia y el Estado”. Suma que “mientras exista este fanatismo tan terrible, vamos a tener ese desfase”.
Después de todo, opina, un escritor como Salman Rushdie, quien vivió en Londres desde niño, cobijado por una atmósfera de libertad, se permitió hacer una sátira de la religión musulmana porque él pertenece a una tradición literaria, la de la Ilustración, de libres pensadores del siglo XVIII, que no trastabillaron en sus críticas demoledoras hacia el cristianismo. “Pero es ese desfase histórico entre regiones”.
La figura del intelectual
Finalmente, Serna difiere en que la figura del intelectual público se haya disuelto del todo en el país, pero concede que “probablemente lo que sí ha cambiado es que ya no existe un aparato de cooptación del gremio intelectual y del mundillo literario, que es de lo que me burlé en ‘El miedo a los animales’. Eso quizás a la larga sea benéfico, porque me da la impresión de que había creado una falsa situación para muchos de nosotros. Celebro que ahora haya una separación más clara entre los escritores y el poder porque eso resulta a favor de la independencia de criterio”.